En México no hay democracia: Marquet
Es de noche. Afuera llueve. Antonio Marquet, barba de candado y rostro de luna llena, entra a La Taberna del Lobo Estepario, un bar del Centro Histórico de la Ciudad de México en donde se suele reunir un grupo de escritores. Trae consigo su más reciente libro, ¡Que se quede el infinito sin estrellas!: la cultura gay a fin de milenio, ensayo de 600 páginas publicado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Azcapotzalco. En tono entre divertido e irónico comenta: "excepto mi edad y mis medidas, te contesto cualquier cosa".
La entrevista, sin embargo, muy pronto se torna seria. "En México no hay estado de derecho", dice el autor. "En México no hay democracia. Para la comunidad gay democracia no significa que un partido pueda remplazar a otro: la rotación en que uno resulta más demagogo que otro, en la que los políticos se disputan el palmarés de la corrupción, del legalismo, de la ineficiencia, del populismo y de las promesas no cumplidas. Y no habrá democracia ni estado de derecho mientras los valores expresados en la Constitución no tengan una vigencia real. La comunidad gay no es reconocida y a cada instante se le niegan derechos".
El también doctor y profesor de humanidades de la UAM-A abunda: "esos derechos tienen que ver con las garantías elementales, con el trato igual de todo ciudadano ante la ley. ¿Por qué no se reconoce legalmente la relación homosexual? ¿Por qué el/la compañero(a) no tiene derecho al seguro de gastos médicos mayores que ofrece la empresa en que trabaja? ¿Por qué no tiene derecho a reclamar una pensión? ¿Por qué no tiene derecho a la seguridad social? ¿Por qué en una institución bancaria o en una compañía inmobiliaria no se les reconoce en tanto que pareja constituida, como «elegibles», solventes para obtener un crédito? ¿Puede un(a) homosexual reclamar la herencia de su pareja cuando uno de los(a) dos muere?"
El entrevistado se responde: "normalmente es la familia, en muchas ocasiones homófoba, la que se queda con los bienes de un pariente homosexual. Existe una situación muy delicada que atraviesan muchas parejas gay: si uno(a) de ellos está enfermo(a) y por lo mismo pierde el trabajo, su compañero(a) no tiene posibilidad de adquirir los beneficios laborales que ofrece la empresa, aunque el contrato colectivo indique que el cónyuge (y el contrato no menciona el sexo ni que deba ser del sexo opuesto) tenga tal derecho. La Constitución es clara: ningún mexicano puede ser perseguido o señalado por su sexo, religión, raza, color... Todos son iguales ante la ley. Así que lo que la comunidad homosexual quiere, exige, clama, reclama es no tanto que sea modificada la Carta Magna, sino que su espíritu se cumpla".
¡Que se quede el infinito sin estrellas!: la cultura gay a fin de milenio traza una historia de la comunidad gay a partir del 68; analiza La estatua de sal de Salvador Novo; la Salomé de Oscar Wilde; la poesía de Elías Nandino; El beso de la mujer araña de Puig; las declaraciones de activistas metidos en la política, como las del primer concejal gay declarado, Harvey Milk, asesinado por Dan White… Y sigue con estudios de otros autores y obras de diferentes géneros artísticos, sociales y culturales, un libro que lucha por la visibilidad, por señalar los productos culturales de la amplia comunidad gay.
El autor, asimismo, hace hincapié en su satisfacción de que esta obra haya sido publicada dentro de la UAM. "Es importante" afirma, "que esta labor se haga en un espacio universitario que vuelve acoger un tema que en otros sectores podría ser objeto de censura. Ello no sólo revela un espíritu abierto y tolerante, sino que la Universidad considera necesario estudiar estos temas con la seriedad académica que requiere, un acto simbólico de reconocimiento a la diversidad. Es un basta al amarillismo, al escándalo, a la censura inquisitorial, a la morbosidad con que a menudo se aborda a las producciones de la comunidad gay".
Con respecto de etiquetar o encasillar tal o cual género artístico, Antonio Marquet es muy claro: "si tu me dices", discute, "que no hay arte mexicano, porque el arte es uno y sólo uno; si tú me dices que no hay arte maya, virreinal, romántico... Entonces yo acepto que tampoco arte gay. Si se trata de quitar las etiquetas; quitémoslas. No hay realismo ni naturalismo ni expresionismo ni dadaísmo ni surrealismo. Pero es muy sospechoso que no se ponga en duda la existencia del arte indígena y sí, por ejemplo, la existencia del arte gay. Sería políticamente incorrecto hacer la primera afirmación y, en el segundo caso, da mucho caché hacer la negación. Eso es un exorcismo que aleja el peligro de pasar por menos macho. Negar al homosexual, burlarse de él, vejarlo, tiene mucha prensa, viste mucho. Es una lástima que todavía en la actualidad no se castigue a estos llamados a la homofobia... Hay que tomar conciencia que la persecución al homosexual no es de ayer, no es tampoco secular, es milenaria. La han practicado todos los regímenes: ayatolas, papas, rabinos, hitlers, stalines, pinochetes, castros, priístas, panistas, perredistas, como la Padierna, comunistas, derechistas. Lo que la gente tiene que comprender es que las pseudorazones han variado, lo que no ha variado es la fortaleza, el coraje, la determinación y la entereza de la comunidad gay".
El libro se presentará el martes 26 de junio en el salón Los Vitrales de La Casa del Tiempo (Pedro Antonio de los Santos 84 esquina General Tornel, San Miguel Chapultepec, metro Juanacatlán) por Guillermo Osorno (Gatopardo); David Ramón (UNAM); Ricardo Hernández Forcada (CNDH), Miguel Angel Quemain (FONCA) y moderador José Luis Zarazúa (UAM-A) a las 19:00.
Entrevista publicada en el periódico unomásuno, sección Cultura, el 26 de junio del 2001.
