CONSTITUCIÓN

            El régimen literario, filosófico y místico de Ficticia es teocrático, pues la fundación e historiografía de la ciudad depende de un sólo dios, el que todo lo lee... Sin embargo, tal postura, egomaniaca ciertamente, deriva en un panteísmo salvaje ya que, adentro de la comunidad, el navegante puede encontrar dioses en todas partes.

            La primera deidad de esta singular pléyade es un genio de la computación que, sin su talento intelectual, soporte técnico y económico, hubiera sido imposible sembrar las piedras fundacionales, colocadas por una divinidad de origen celta que se encargó de trazar las calles y dar construcción a cada uno de los elementos arquitectónicos que conforman el sitio.

            Dos mujeres, asimismo, epigonoístas teóricas de GiamBattistea Vico, tejen el destino de la ciudad.

            Otros ángeles son todos los autores, en su mayoría literatos que viven de y por su literatura y que, con amplia generosidad, obsequiaron su trabajo para llevar a cabo esta realidad virtual.

            No obstante, como toda ciudad, Ficticia no sería posible sin sus ciudadanos, internautas que encuentren en esta pantalla el paraíso soñado, la magia de la palabra y el placer de beberse toda especie de cuentos, relatos, narraciones, crónicas, vamos, todas las posibles formas que ofrece el idioma español para contar una historia.

            Ficticia, asimismo, por tratarse de una teocracia y por ser su dios "un buen dios" (las connotaciones éticas de la frase se podrán discutir después), no como todos aquellos que han pululado a lo largo de los siglos, no tiene por principio ningún afán de lucro, ideología totalizadora o censura en términos morales.

            La única prohibición para entrar o hacerse ciudadano de esta ciudad de historias, comunidad literaria, es de orden estético y, en el caso de los poetas, de pragmatismo programático.

            En el primer punto, al no existir la censura, cualquier autor, profesional o aficionado, podrá mandar sus textos al Puerto Libre de la ciudad, en donde serán leídos y comentados inmediatamente, por los que así lo deseen. Dicho lugar se renovará mes con mes.
No obstante, las historias cuyo fondo y forma cumplan con cierta excelencia literaria, de inmediato pasarán a ocupar un espacio en los distintos lugares de la ciudad según las normas que se especifican en la Antología de Autores.

            En el segundo punto, se niega la entrada a los poetas por dos razones: una, se remonta varios siglos atrás, al fracaso de La República de Platón; otra, lo etéreo de la poesía se podría perder en el universo etéreo de Internet, y en esta ciudad todavía no existe la culpa, el sentimiento de caída.

            Por último, la mayor pretensión de Ficticia es convertirse, en un futuro inmediato, en punto de formación e información de todos los gustadores de la literatura en español, porque, además de los servicios que ahora ofrece, en poco tiempo y, a según de los deseos de sus ciudadanos, abrirá talleres de literatura, conferencias y mesas redondas...

 


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