Contraseñas

Lucía Scosceria de Cañellas

Lucas pesa mucho y también el bolso lleno de provistas que traigo del súper. Llora cuando lo bajo para abrir la puerta del departamento. Marcos ha llegado. El olor del cigarrillo rubio que fuma me lo dice. Lo saludo y me responde con un gruñido. Va hacia su recinto "sagrado" como lo llamo yo, así que no lo molesto. Sé que no le gusta que le hablen cuando está encerrado en su cuarto de estudio. Él cree que no sé de sus "juegos" en la computadora. En realidad, no me interesan. Que tengan ellas sus palabras. Yo lo tengo a él en carne y hueso.

Preparo su receta preferida mientras Lucas se entretiene con sus juguetes. Pronto lo aburren. Esta tarde lo llevaré al parque para que respire algo de aire fresco. Debo apresurarme, ya son las once. Marcos volverá a salir a la una.

Imprimo el último trabajo y estoy libre, por lo menos por la mañana. Las once y media. Tengo tiempo de revisar mi correo antes del almuerzo. Hoy me escribieron muchos amigos, pero "ella" no lo hizo. Abro algunos mensajes. Los contesto enseguida. Mi mujer entra a la pieza subrepticiamente. La presiento antes de verla. Menos mal que estoy contestando el e-mail de un amigo, no necesito cerrarlo. Ella se coloca detrás de mí. Me hace un masaje suave en los hombros, mientras me dice que el almuerzo tardará sólo unos minutos. Sé que ella lee el texto en el monitor. Dejo que lo haga. Sin ningún apuro guardo el material antes de enviarlo.

La acompaño al comedor donde juego con Lucas. Ella prepara la mesa con una sonrisa misteriosa en los labios.

No pido a Marcos el dinero que voy a necesitar esta mañana para tener una excusa e ir a su oficina. ¿Qué quién está en su oficina? Su nueva secretaria. Bueno, no tan nueva. Hace dos meses que la contrató. ¡Qué coincidencia! El tiempo exacto en que se volvió conmigo más frío que un témpano de hielo.

Pero lo que realmente me puso sobreaviso fue una conversación telefónica que oí "sin querer" entre mi marido y Franco. Hablaban con gran entusiasmo sobre "los grandes atributos" de la chica. Me imaginé de qué se trataba.. Así que dejo a Lucas en el Jardín de infantes y me doy una vuelta por su trabajo.

Es bonita, no hay dudas de ello. También es joven y parece inteligente. Cuando supo que era la esposa de Marcos su mirada se volvió diferente, como midiéndome y en la comparación se dio varios puntos de ventaja. Marcos no está y se ve en apuros para impedirme entrar a su despacho. Nos hablamos con cortesía, pero ambas sabemos que mentimos.

Noto que puede ser un enemigo peligroso al cual hay que eliminar cuanto antes. Son las doce de la noche. Ella duerme. Con infinitas precauciones me levanto de la cama para no despertarla Voy a mi estudio y busco el mensaje que esperé desde ayer. Sí, al fin. Lo abro y me llevo la sorpresa de mi vida. "Ella" me dice que no vuelva a escribirle nunca más. No soporta la mentira, bueno, tal vez alguna pequeña, pero eso de "soltero" que resulta "casado" le pareció un sacrilegio ¡Ah, y que no vuelva a comunicarme, porque ya cambió su correo electrónico!. Pero...¿ quién pudo descubrirme? ¿Cómo leyeron mis correos? ¿Y como supieron mi contraseña?

Las seis "amigas" me dejaron mensajes con idénticos contenidos, con pequeñas variantes en lo que se refiere a algún insulto más fuerte o más grosero que otro.

¡En un sólo día perdí a mis seis amistades preferidas! Me queda Margarita, la única que conozco personalmente y que sabe todo de mí. La llamo por teléfono y me dice que ella también recibió el mensaje. No, no se enojó, porque me conoce. Entre risas me cuenta que la carta que recibió le advertía "que era casado y padre ejemplar" y que no era "la única amiga informática". Como prueba daba una serie de correos electrónicos para que lo comprobase.

-¿Qué pasó? ¿Una amante despechada tuvo acceso a tu computadora?

Le juro y rejuro que no tengo amante alguna, que ella es la única, (por lo menos que me quede una) y con la promesa que volveremos a comunicarnos corto. .

Me siento muy molesto por toda esta situación. En primer lugar, sentía un afecto especial por todas "mis amigas" a las que perdí de un sopetón, en segundo, que habían invadido mi privacidad. Leer mi correspondencia es un atentado a la intimidad. ¿Cómo lo hicieron? ¿Quién pudo hacerme esto? Debe ser alguien cercano. Y que sabe de computación.

Mi mujer es un cero a la izquierda en informática, así que sólo me queda: Dafne.

Estoy seguro que es ella. Tiene acceso a mi computadora, ya que le dicto algún que otro mensaje en la oficina y quedamos a "platicar" a menudo. Sé que es muy celosa. Últimamente comenzó a hablar de lo lindo que sería vivir juntos.

Así que tomo esta importante decisión: Cambiar mi contraseña para entrar en mis correos y por supuesto, cambiar también la secretaria.

Marcos está muy cariñoso hoy. ¡Hace tiempo no está así conmigo! ¡Si hasta se ofrece para acostar a Lucas mientras me doy un baño! Sus ojos me miran nuevamente con ese brillo que tenía cuando éramos tan unidos y que extraño tanto últimamente.

Elige una música suave y me invita a bailar. Mi cuerpo recuerda todavía cómo estremecerse de placer cuando me besa. Como quien no quiere le pregunto si ha despedido a la secretaria. Me responde que ahora eso no tiene importancia, que tenemos cosas más importantes que hacer. Tiene razón. Yo tampoco le digo que en estos meses me volví una experta en computación y que sólo un tonto pondría la fecha de nacimiento como contraseña para abrirla. En vez de eso, respondo a sus besos, cuidándome mucho de no reír a carcajadas.


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* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 06/Abr/01