En la Sangre
Gonzalo Soltero
Sentado frente a la máquina de escribir Gerardo dejaba que sus manos galoparan libremente sobre las teclas, sin saber exactamente a dónde lo conducirían las palabras que iban salpicando la superficie del papel. Sentía un texto poderoso correrle por las venas y dejaba que sus ideas salieran como por la válvula de una olla express. Creía que por fin podría cumplir su máximo anhelo, vertirse en alma y sangre sobre lo que escribía.
Una cosquilla picante se le alojó en el brazo. Interrumpió el frenético ritmo que llevaba para rascarse. Se acomodó los lentes y siguió escribiendo sin darle mayor importancia al asunto. La siguiente punzada lo atacó en la rodilla, con tal saña que necesitó bajarse los pantalones para poder rascarse a gusto. La luz escaseaba, así que se paró a encender la lámpara con los jeans en los tobillos; luego continuó acribillando a la cuartilla en cuestión.
Extasiado contemplaba cómo sus manos hacían que las letras se estrellaran contra la página como gotas de lluvia sobre techos de lámina. La diversión se le cortó en seco cuando, escalofrío de por medio, necesitó estirar ambas manos hacia la espalda, tratando de rascarse la maldita comezón que le había aterrizado en el centro. Siguió siendo aguijoneado hasta que debió alternar los dedos de una mano sobre las teclas, con las uñas de la otra sobre su epidermis.
Un escozor terrible le recorrió de los pulgares a las ingles, como si cientos de cucarachas con patas afiladísimas le caminaran bajo los poros. Gerardo comprendió entonces que se trataba de su novela. Era de una intensidad tal que la tinta no sería suficiente para plasmarla, y se lo estaba exigiendo. Empezó a rascarse todo el cuerpo con la desesperación febril que unos momentos antes lo poseía al escribir, hasta que una primera gota brotó acompañada de un alivio casi orgásmico.
Su máximo sueño se había cumplido y sonreía, aunque su madre no lo comprendió cuando a la mañana siguiente lo encontró desollado sobre su máquina de escribir.
* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 02/Sep/00