El espantapájaros

Carlos Manuel Cruz Meza

HA NACIDO para el miedo.

La solitaria figura se vislumbra sobre el campo, entre los sembradíos, mientras los pájaros que debe asustar se posan, tranquilamente, sobre el raído sombrero de palma.

Se le puede observar desde la casa. Lleva años allí, con su cabeza de tela rellena de aserrín podrido y el cuerpo formado por dos palos y ropa vieja rellena de paja. Con los brazos en cruz y la cara burdamente fabricada con retazos de tela descolorida.

Ha nacido para el miedo. E inspira sonrisa y lástima.

Los niños, en verano, le tiran tierra y piedras. Los pájaros lo han cubierto de excremento, ahora seco y endurecido por los rayos del sol inclemente, que todas las mañanas cae sobre él.

Hasta hoy, en que el cielo se puso negro, y el granjero recorrió el campo con el impermeable puesto, y al pasar junto a él se rió. Se rió mientras murmuraba, con alegría perversa:

-A ver si la tormenta por fin te destruye, hilacho de paja.

Eso fue el colmo.

Por eso, cuando el granjero se fue a guarecer de la lluvia que se aproximaba y las primeras gotas cayeron sobre el ala sucia del sombrero, supo que había llegado el final. Eran años. Años de lluvia y viento. Años de excremento. Años de picotazos. Años de pedradas, sequías e inundaciones.

Años de humillación.

Abandona el poste con dificultades y camina trastabillando sobre sus piernas de madera, una más larga que la otra. Cruza el campo, con el cielo negro tras su espalda y la lluvia arreciando encima de la decolorada cabeza de paja. Va hacia la casa del granjero.

Muchos años. Ha nacido para el miedo.

Piensa demostrarlo.


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* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 02/Feb/02