El evangelio de Juan Rulfo según Julio Ortega
Adolfo Castañon
Un día llegué de noche a un pueblo. En el centro había un árbol. Cuando me encontré en medio de la plaza, me dí cuenta de que aquel pueblo, en apariencia fantasma, en realidad estaba habitado. Me rodearon y se fueron acercando hasta que me amarraron a un árbol y se fueron. Pasé toda la noche ahí. Aunque estaba algo perplejo, no estaba asustado pues ni siquiera tenía ánimo para ello. Amaneció y poco a poco aparecieron los mismos que me habían amarrado. Me soltaron y me dijeron: "Te amarramos porque cuando llegaste vimos que se te había perdido el alma, que tu alma te andaba buscando, y te amarramos para que te encontrara."
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* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 06/Oct/99