La higiene mental

Albert Lladó

Ya no importaba que hubieran atribuido la falta de apetito, los mareos y los demás síntomas a los nervios. De hecho, los nervios fueron inventados para que los colegas de profesión tuvieran la perfecta excusa para los casos inexplicables. Si esto fallaba, siempre podían recurrir a las originales frases: << esto es una pasa o esto es un virus>>. ¿Qué tipo de pasa?, ¿Qué tipo de virus?. Daba igual, ahora ya daba igual para Abraham.

Ya no importaba que hubieran mandado a Abraham al psiquiatra de la seguridad social porque se pensaban que aquellos hormigueos en las manos y aquellos dolores de cabeza eran consecuencia de alguna enfermedad mental. Ellos, los sanos de mente, iban a curar a Abraham a base de una colección interminable de pastillas. Unas patillas que ellos mismos nunca recetarían a un hijo o a un amigo.

Ya no importaba que aquellos hijos de puta les diese igual si Abraham se sentía bien o no. Ni siquiera importaba que los capullos no se hubieran preocupado de hacer a Abraham una simple radiografía o algún otro tipo de prueba.

Ya no importaba porque Abraham había dejado su vida debajo de aquel coche. Y ya no importaba si había sido el cuerpo de Abraham el que había abollado la parte delantera del vehículo o si había sido el gigantesco cáncer que llevaba dentro.


Otro cuento de: Hospital    Otro cuento de: Casa de la Risa  
Otro cuento del Mismo Autor   
 Sobre Albert Lladó    Envíale e-mail
 Índice de temasÍndice por autoresEl PortalLo Nuevo
 MapaÍndices AntologíaComunidadParticipa

 

 

* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 01/Oct/00