Hoja seca

José Valerio Uribe

La hoja seca de un árbol comenzó a perseguirlo aquella noche. Sucedió de repente, sin aviso. Juan se percató de la persecución debido al cascabel reseco que el arrastre de la hoja provocaba. Volteó para averiguar de dónde venía el ruido. Nada.

Estaba solo en aquella calle obscura, a las tres de la mañana. Juan nunca podía dormir cuando se sentía cansado; el cuerpo era el que tomaba las decisiones, no él. Hacía mucho años que deambulaba en aquellas horas imposibles, como un prófugo de la realidad. Hasta ese momento los paseos habían sido tranquilos, nadie se entrometía en sus reflexiones y él ignoraba la existencia de los otros. Caminaba tranquilamente, divagando entre la vigilia y el sueño. Todos dormían.

La hoja seca lo perseguía aun. Ssssch, ssssch... extraordinario ruido. Hacía frío. Una niebla intensa comenzaba a ocupar el aire. Ssshhhhh, shhhh. Juan estaba absorto en si mismo, así que no tomaba en cuenta los movimientos sigilosos de aquel depredador minúsculo. Solo sentía el taconeo de sus propios pasos y el peso de la horas. Estaba cansado, cansado de todo, de la vida, de su familia, de la racionalidad de sus intenciones. Muchas veces deseó haber nacido loco para ignorar al mundo desde un principio. Un mundo construido por otros, raro a sus ambiciones. Ahora ni la locura podría reparar el daño que esa maldita sociedad había hecho en él.

"Si hubiera nacido loco, habría podido construir el mundo a mi imagen y semejanza, rechazando el deseo de los otros, pero no fue así ¡Mierda!"

La niebla se había transformado en un muro blanco, del cual salían luces de mil colores que hacían remolinos sorprendentes, en zig zag o en caída libre. Juan ignoraba toda la escena, mirando al suelo, pensativo.

"Siempre tuve que vivir apegado a la razón, ¿por qué? No lo sé, mi padre quiso hacer de mí un hombre de provecho, un ser conducido por la inteligencia. Eso es lo que soy ahora, un cerebro paralizado por la razón. Quisiera vivir sumergido en fantasías, en ideas locas."

La hoja seca había dejado de perseguir a Juan por un momento, asombrada ante la belleza que la niebla ofrecía de forma espontánea. Después continuó su marcha, detrás de los pasos de aquel hombre...ssssch, ssssch.

"Pero no puedo, es imposible. Mis hijos y mi esposa no me lo perdonarían nunca. Un hombre loco y feliz, no, esa imagen les amargaría la vida. Es mejor el padre serio, sin gracia alguna, siempre responsable y digno. Digno hasta la muerte."

Un perro pasó al lado de él, diciendo en voz alta y canina:

-Buenas noches.

Juán no contestó. En realidad no lo escuchó, tan ocupado como estaba con sus deliberaciones. El perro siguió su camino, ofendido, asustándose al descubrir a la hoja seca, que se arrastraba con malas intenciones. El canino huyó lo más pronto posible, cegado por la luces que la niebla provocaba.

-Extrañas alucinaciones -pensó el perro-.

"Si contara las veces en que he ansiado estar loco, pero no, ni siquiera un pedazo de locura me ha sido ofrecido. Qué dichoso deben ser aquellos que sin esfuerzo alguno construyen castillos repletos de entes ficticos y aventuras imposibles. Yo no puedo, por más que lo intento."

La hoja seca se acercaba a Juan lentamente pero con seguridad. Ella sabía lo que debía hacer, sólo era una cuestión de segundos. Unos centímetros más y lograría alcanzar su objetivo. Unos cuantos centímetros, no más.

"Es suficiente por hoy. Regresaré a casa. Encenderé la tele para dejar que otros imaginen por mí, aunque sea aburrido. Ya es tarde. Además ha comenzado a llover."

Dio la media vuelta, abruptamente. Con pasos seguros emprendió el camino a casa. La hoja seca no tuvo tiempo para nada. El pie derecho de aquel hombre la aplastó sin remordimientos ¡Crack! Eso fue todo. La niebla y sus luces se habían desvanecido con la lluvia.

Juan miró a su alrededor, curioso, mientras caminaba tranquilamente. No descubrió nada aparte de las casas húmedas y las gotas grises de la lluvia.

"Aquí nunca pasa algo raro. Por más que lo deseo no sucede. Nunca."

La realidad había ocupado su lugar.


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* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 11/Sep/01