La Ira

Naief Yehya

>Estás llamando al 6-88-25-46. En este momento Marcela no está en casa. Déjame un recado después del tono. Gracias.
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>¿Marcela? ¿Estás ahí? Soy yo. Llámame inmediatamente.

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>Marcela, carajo. ¿No has llegado? ¿Dónde estás? Seguramente te fuiste por ahí. No me vas a hacer creer que tardas tanto en llegar a tu casa desde la mía. Llámame en cuanto llegues.

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>Marcela, yo no sé que estás planeando pero esto no va a hacer más que dañar más la relación. No sé porqué te pones así. No era para tanto. No puedo entender que no quisieras hacerlo, aunque sea una vez. Nada más dime ¿qué tiene de anormal? Carajo. Seguramente con el imbécil de Alberto hacías cosas iguales o peores. ¡Pero conmigo nada! ¡Que a mí me lleve la chingada! Pues mira, las cosas van a cambiar.

>Estás llamando al 6-88-25-46. En este momento Marcela no está en casa. Déjame un recado después del tono. Gracias.
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>Marcela, está bien admito que no estuvo bien tratarte de obligar, pero, entiende que a mí eso me parece lo más normal. No era para tanto. Si no querías, está bueno. Me lo dices y lo discutimos. Pero mira que ponerte así de histérica. Carajo. Tú me dijiste que querías que te contara mis fantasías. Fuiste tú quien empezó, no yo. ¡Coño!

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>¿Sabes que esos aparatos son caros y delicados? Además de que es equipo muy valioso y le tengo mucho afecto, lo traje de Amsterdam. Esas cosas no se consiguen en México. Pero nada de eso a ti te importa. En cuanto viste las correas te pusiste frenética en lugar de esperarte a ver cómo funciona. En tu acelere me rompiste una aguja y un soporte. ¿No puedes probar algo nuevo de vez en cuando? Es claro que no te importa lo que yo quiero ni lo que siento. ¿Pues qué crees que soy? ¿Crees que estoy loco, que soy un depravado, que estoy enfermo? Pues déjame decirte algo, la enferma eres tú maldita ramera frígida.

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>Acabo de regresar de tu casa. Por lo visto no estás. Pensé que no querías contestar y que te estabas refugiando detrás de esta estúpida máquina. Yo no soy como tú, yo creo que las cosas se deben hablar y arreglar, fue por eso que me atreví a entrar por la ventana del baño. Como hiciste tú la vez que perdiste tus llaves. ¿Te acuerdas? Sólo que la ventana estaba cerrada por lo que tuve que romper el vidrio. Tu pinche perro estaba ladre y ladre. Ya sabes que nunca he querido a ese pinche poodle de mierda, pero eso no tuvo nada que ver con que le hice, sino que intentó atacarme. Como si no me conociera el muy cabroncito. Yo nada más me defendí. Lo de la pecera sí fue porque estaba muy enojado y te pido disculpas. Pero igual yo te compro otros pinches peces. Carajo, no pensé que se iban a morir todos, solo les eché una botella de cloro. Traté de sacarlos y ponerlos en vasos o frascos pero no logré salvarlos. Eso me dio mucha rabia y por eso rompí la vajilla, la tele y otras cosas. No puedes negar que es preferible desquitarse con objetos inanimados que con personas. Por lo menos no le hice nada a tu infeliz contestadora. Bueno este mensaje ya se prolongó mucho y ya sabes como odio los recados largos. Si hubieras estado en casa nada de esto hubiera pasado. Seguro al salir de mi casa te fuiste corriendo con alguno de tus miserables compañeros del trabajo. ¿Cómo se llama ese, el puto del arete que vive en Portales? Martín, eso Martín. Segurito le fuiste a decir que te trato mal y quién sabe qué más pendejadas. Mira cabrona, si estás con él, te mando a la chingada, ahora sí en serio. Llámame desgraciada.

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>Marcela, acabo de regresar de casa de tu amiguito, Martín. Pues peor para él si me dijo la verdad de que no sabía donde estabas. Yo no le quería hacer nada, sólo quería preguntarle por ti. Fue él quien se puso bravo con eso de que yo no tenía derecho de tratarte así y no sé qué más. Me dijo que si no querías verme yo tenía que respetar tu decisión. Y yo la respeto, no creas que no. ¿Pero quién se cree este hijo de puta para decirme lo que debo yo respetar? Por eso que le pegué, le arranqué el aretito y lo metí debajo de un coche. Mira que de no ser porque es tu amigo lo hubiera aventado desde un puente del periférico, así que no se queje, que le salió barato. Marcela. Por última vez llámame o esto va a terminar mal.

>Estás llamando al 6-88-25-46. En este momento Marcela no está en casa. Déjame un recado después del tono. Gracias.
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>Mira Marcela. Me acaban de llamar del hospital donde dicen estás. Encontraron mi número de teléfono entre tus cosas. Milagro que no llamaron antes a alguno de tus amantes. Espero que entiendas porque no fui a visitarte. Creo que lo mejor es que dejemos de vernos por un tiempo. ¡Una hemorragia! ¿Sabes cuántas veces he tenido yo hemorragias y de las cabronas? ¡Esta bien, perdiste el conocimiento! Eso no hubiera pasado si te hubieras quedado aquí quietecita. Tantita sangre y es el fin del mundo para ti. Eres capaz de echarme la culpa de lo que te pasó. ¡Puta, madre! Tú me vas a matar de un coraje. Mira, ya lograste sacarme de quicio, mejor ahí le dejamos por ahora. Yo te llamo cuando se me pase ¿OK? Adiós.


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* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 05/Feb/00