Aún escuchaba resonar
Sergio Ochoa Meraz
...aún escuchaba resonar el eco de aquella música, estridente, corrosiva. Música que fuera el marco de otra de esas reuniones: ríos de pisto, toneladas de chatarra, pastas; noche de ensueño -culto a la luna-.
Los hijos de la noche tuvieron otra sesión, ahora con la finalidad de afinar detalles para lo que sería el aniversario de la banda como tal, lo mejor de todo fue la música, insistíase, algo medio misticón pseudotecno-pop que tuvo a bien llevar el buen standar, digno de culto según él, aseveraba como queriendo quedar bien; al fin se le dio usar el cerebro; ja! Aunque luego salió con su pendejada de madonna.
La chompa le seguía dando vueltas, faltaron horas de sueño, muchas; todas. Afortunadamente era domingo, pasarían más de cinco horas antes de entrevistarse nuevamente con su "media naranjita". Checar, shit! Qué weba!
Sí, algo andaba mal, ¿qué había sucedido anoche?, trató de hacer un recuento-síntesis de lo acontecido y sólo lograba recordar con facilidad esa chingada música, desprendió la cabeza del cojín y realizó una breve inspección visual:
El escenario: desde ese extremo del sillón se apreciaba la mesa de centro atacada de envases de cerveza, algunos vacíos otros a medio vaciar, ceniceros aturrados de colillas, servilletas, vasos desechables, cajetillas de cigarros, bolsas de papitas. Alzando un poco la vista se apreciaba la mesa del comedor con cajas de pizza, más botellas y estuches de discos. La sola idea de poner un poco de orden en ese lugar le invitó a cerrar los ojos nuevamente, iba a estar muy cabrón.
Quiso soñar pero no pudo, una fuerte punzada le obligó a dejar el sillón para ponerse de pie. Shit! Un pequeño mareo. Dirigió pesados pasos a su habitación, buscó su saco y al encontrarlo extrajo de el una bolsita, luego se fue sobres de la mesa de centro, en medio de todo el desmadre yacía también un espejo custodiado por dos filosas navajas. Se sentó, desamarró la bolsita, saco un cristal de coca y se dispuso a pulverizarlo con una de las navajas. A pesar de lo inquieto de su pulso consiguió formar dos líneas: ¿se lo envuelvo o se lo lleva puesto?, se preguntó para sí.
-Nah! ¿Para qué dos?, mejor un viaje con boleto de pura ida!
Integró una sola línea con el material, agarró una pluma bic, le sacó el repuesto de tinta, le quitó el tapón del otro extremo y se dio un pase de pinche antología poética!
-zauch! ¿en dónde la traían?
"Lo que no te mata te hace más fuerte", se argumento, quizá queriendo justificarse, su fosa nasal izquierda celebraba una vez más la presencia de la dama blanca tirándose a dormir, al igual que el labio superior mientras una lágrima resbalaba por su mejilla. Fue entonces cuando se percató del saldo rojo, se había cortado un dedo con la otra navaja, afortunadamente nada serio, así que recurrió al milenariamente conocido salivazo.
En cuestión de verdaderos segundos volvieron los colores, el sonido estereofónico, la alegría y el buen humor; magia pura. Así, se dispuso a escombrar el lugar de los hechos: tomó una enorme bolsa de plástico negra y llenó su interior (el de la bolsa) con todo lo que a su paso encontraba y desconocía como parte de los ornamentos y accesorios originales de la decoración. Una bolsa no fue suficiente.
Encendió dos varas de incienso, pasó la aspiradora, limpió las mesas con un trapo y aparentemente todo volvía a la normalidad. El efecto hipnótico comenzó a desaparecer mientras se presentaba un fuerte dolor de cabeza. ¿Otro pase?, mejor no! Quizá funcionen mejor unas catorce aspirinas.
El dolor de cabeza era ya un hecho, le acompañaba también un fuerte malestar estomacal y todo indicaba que dispondrían de más de cuatro horas para abandonar su breve humanidad. Pensar en comer algo resultaba una idea casi suicida, fumar mota no era una opción viable aunque quizá no resultaba tan descabellado. Mejor una cerveza con jugo de tomate y que el buen dios Dionisio se encargue de lo demás
Con la cabeza punzando, las nalgas descansando sobre el respaldo del sofá, sosteniendo un vaso en una mano y con un dunhill encendido en la otra dirigió la mirada hacia fuera, a través de la ventana, como queriendo capturarlo todo. Recordó alguna de sus clases de filosofía en la universidad y le vino a la mente la pregunta "¿Qué parte de la realidad conocemos?" ¿la que de veras vale la pena abordar?, ¿en dónde está la otra, en el lado obscuro de la luna? Shit! Total, ¿qué chingados importa?, lo único que deseaba era poder poner en orden sus ideas y dejar de lado el maldito dolor de cabeza y el sabor a riel que aún tenia en la boca.
Media naranjita pasaba por un momento bastante crítico y a últimas fechas se consumía en un gran coraje.
-¿qué estará pasando con nuestra relación? ¿cuál fue la última bronca? A sí, la de la pisteda, bueno, a quien chingados se le ocurre hacer tanto pedo por una cervecilla de vez en diario con los camaradas, nomás son ganas de hacerla de emoción, me cae, lo que pasa es que la banda nunca le ha caído bien pero ese no es asunto mío. Pinche madre, me va a reventar la chompa! Y luego checar al rato, qué weba, nomás porque ya había dicho que sí; shit! Me van a llover las preguntas: ¿qué tal estuvo?, ¿quiénes fueron? ¿hasta qué hora se estuvieron? ¿porqué apestas tan gacho, qué tomaron? Le voy a responder el méndigo cuestionario y cuando le diga ¿porqué no quisiste ir? Responderá ¿yo?, ¿qué chingados voy a estar haciendo ahí, de salero, en medio de todos ustedes?, ya me veo! Shit! Me va a tronar el cerebro! Carajo! Qué bonitos son los noviazgos.
Terminó con su bebida y seguramente me llamó por teléfono pero yo ya me había ido, a buscarle mejor por otro lado.
* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 01/Oct/00