FICTICIA

por Alberto Chimal.

Después de los primeros dos o tres años de furor -tras la introducción de los navegadores de Internet hacia 1996-, las posibilidades de la red: las enormísimas perspectivas de innovación en las comunicaciones, la realización de numerosas utopías y las no menos elevadas ganancias que recibiría cualquier empresa que se subiera al carro (las llamadas punto com, casi siempre de triste memoria), han resultado más espectaculares que la realidad, como siempre que la innovación se vuelve rutina e, inserta en este mundo, no puede sino obedecer sus reglas: casi cualquier sitio virtual está lleno de anuncios, casi nada de lo que se encuentra responde a normas distintas de las que rigen la televisión, el cine o los medios impresos.

Por otra parte, si se sabe buscar hay mucho más. Un ejemplo es el sitio www.ficticia.com un portal dedicado a la difusión del cuento en español. La empresa es quijotesca, como se ve: alentar la lectura y de un género de escasa popularidad, y en un idioma periférico. Después de tres años, sin embargo, Ficticia es uno de los sitios más interesantes (y visitados por los cibernautas) de habla española. Muchos escritores buscan ingresar como colaboradores, para engrosar con sus trabajos la antología del sitio, siempre creciente, y hacer llegar su obra, así, a lugares que no alcanzan las editoriales. En esto el portal no se distingue de muchos semejantes, en los que siempre es más fácil conseguir nuevo material que hallar lectores para el ya publicado; la gran diferencia, y la gran virtud de Ficticia, es que, como muy pocas empresas en la red, sí ha conseguido allegarse una enorme cantidad de lectores. Incluso, un público fiel: la comunidad de Ficticia, los recurrentes o hasta rutinarios, visitan el portal para leer, intercambiar opiniones, enterarse de toda suerte de noticias relacionadas con la escritura y la lectura.

La salud de esta comunidad de la red puede verse en cómo ventila sus simpatías y diferencias en "foros" electrónicos destinados a ese fin. Como en muchas otras sociedades virtuales, la conversación puede resultar difícil o imposible de seguir para los no iniciados, y no pocas veces incluye intercambios agresivos entre miembros que se conocen. Ocurre así con toda sociedad, virtual o no, pero el lector casual (si no se interesa por ingresar en el territorio de las relaciones cibernéticas) no se verá abrumado por discusiones desde la portada del sitio, y puede evitarlas fácilmente siguiendo los enlaces a la antología. Esta se encuentra en camino de sobrepasar a más de una venerable antología de papel, por el número de autores, de títulos y de tendencias representadas, y su rigor en la elección de material no disminuye su apertura. Junto a autores consagrados como José de la Colina, Beatriz Espejo, Agustín Monsreal, Mónica Lavín o Adolfo Castañón, aparecen otros con poca o ninguna obra publicada, como Edgar Omar Avilés, Erika Mergruen, Pornole, Amèlie Olaiz, Tryno Maldonado o Mónica Manrique. Entre unos y otros, están escritores que ya se abren paso en el proverbial medio literario, como Joserra, Miriam Mabel Martínez, Isaí Moreno Roque o Héctor de Mauleón. En cuanto a las historias, clasificadas mediante un mapa diseñado por Diego García del Gállego, abarcan, literalmente, todos los temas que explora la ficción de este principio de siglo, desde el relato intimista hasta el cyberpunk, de la crónica a la literatura dark.

Ficticia se ha convertido también en una casa editora y ha lanzado una colección especializada, de excelente diseño y presentación, que hasta el momento lleva publicados cinco volúmenes: Ciudadanos de Ficticia, una antología con una veintena de autores de España y América Latina; Borges y el Che y otras historias hechizas, de Leo Eduardo Mendoza; El teatro de carpa y otros documentos extraviados, de Flavio González Mello; Retablo de quimeras, de Luis Bernardo Pérez y Circo de tres pistas y otros mundos mínimos, de Luis Felipe Hernández. Además de la excelente calidad de los textos, destaca el hecho de que la colección tiene el patrocinio de (siempre quise decir esto) conocida marca de bebidas alcohólicas. Es otro mérito del proyecto de Marcial Fernández y sus secuaces el haber convencido de su pertinencia a una empresa privada que, según la moral utilitaria en uso, debería haberse burlado de la idea de gastar su dinero en algo tan inútil como la literatura. Vayan los lectores y visiten ese lugar de cuentos.

Artículo publicado en la columna Mundos raros del suplemento cultural Arena del periódico Excélsior el 17 de marzo del 2002.


[ El Sueño de la Razón ]
[ Editorial ] [ Constitución ] [ Censo Ficticiano ] [ Conviértete en Ficticiano ]
[ Tablero de Anuncios ] [ Café Literario ] [ Puerto Libre ] [ Libro de Visitantes ]


 Mapa Índices Antología Comunidad Participa
 Índice de temas Índice por autores El Portal Lo Nuevo