La ira, el resentimiento, la soledad, los juegos del destino, la ironía, la burla, incluso el amor, son los elementos siniestros que describen a tiempo la obra de Armando Ortiz.

               Un hombre decide un día cambiar su vida a punta de madrazos, un hombre se ha aficionado a la carne de tiernas púberes, un hombre naufraga por las noches soñando con su mejor amigo, un hombre despierta una mañana con la luminosa idea de golpear a una automovilista, un hombre miserable encuentra consuelo a su miseria en la muerte del hijo del presidente Kennedy.

               Lo que hace singular cada narración es la maestría con que el autor nos envuelve para hacernos parecer protagonistas de cada evento. No por nada la premisa borgeana: "Lo que hace un hombre es como si lo hicieran todos los hombres"; y cada protagonista es simplemente el hombre.

               El oficio de Armando Ortiz es, según el poeta y periodista Hugo Gutiérrez Vega, el de "un narrador nato. Él inventa sus historias y las cuenta con una pericia que de libro a libro crece a ojos vistas". Armando Ortiz, sigue señalando, "nos muestra que narrar por narrar es, en el fondo, la esencia misma del trabajo literario".

               Al respecto el escritor colombiano Marco Tulio Aguilera Garramuño señala: "Armando Ortiz no es solamente un buen narrador, sino un escritor que tiene su particular forma de aprehender el mundo y transformarlo".

               "La narrativa de Armando Ortiz -explica el escritor Raúl Hernández Viveros- se rige en un afán de tomar al lector y mantenerlo cautivo desde el principio y hasta las últimas consecuencias".

 

Publica por primera vez en Ficticia el: 02/Sep/00