A David García Contreras no le molesta llamarse así, ni tener apellidos tan comunes. No se recrimina por tener 27 años y llevar una vida feliz (no es de los que piensan que siempre les falta algo y se pasan la vida buscando y al final se dan cuenta que nada les faltaba) Él no es de los que se arrepienten de ser licenciados en Relaciones Internacionales por la UNAM: disfruta su carrera y su pasión es la política exterior de México.

               Hace apenas cuatro años, David pensaba que la literatura era una verdadera perdida de tiempo; hoy su tiempo existe por y para la literatura. Si alguien le dijera que pierde el tiempo, él respondería, sin titubear, y para no entrar en confrontación: claro, pierdo el tiempo, pero que hermoso es perderlo de esta forma.

               Cuando David escribe lo hace por una necesidad: por la necesidad de quitarse de encima personajes y situaciones que lo asaltan y no están conformes hasta que los lleva al papel (y allí muchos de ellos se inconforman contra él ante su poca pericia para representarlos)

               A David le sale caro darle voz a un martillo, a una cartera, a una rana, a un toro... Y es que oír reproches de un humano se tolera, pero que un martillo se queje de su condición, eso enerva a cualquiera, incluso a David, una invención más de la naturaleza.

 

Publica por primera vez en Ficticia el: 06/Mar/01