Ensueño

David García Contreras

Cerró los ojos y comenzó a contar por enésima vez en la noche. Uno a uno vio pasar a cientos de hombres que saltaban sobre una cerca de madera. Ninguno era igual al anterior, había gente de todas las razas y posiciones sociales. Vio pasar gordos y flacos, altos y bajos, ancianos y niños, feos y más feos...

Sintió lástima por algunos que no podían brincar la cerca. En ese supuesto estaba un hombre obeso que se había atorado entre dos maderos, el de un niño que lloraba al pie de la cerca sin haberse atrevido a saltar, y el de una anciana que yacía por los suelos con un pie torcido.

Los que habían saltado exitosamente se perdían más adelante, en la oscuridad de su imaginación. Todo iba bien hasta que a un joven se le ocurrió apoyar sus pies sobre la espalda del obeso y desde allí saltar, lo cual aumentó sus probabilidades de éxito. Eso fue el principio del caos: hubo quien se auxilió de una escalera para pasar al otro lado, hubo también quien comenzó a cortar el seto, y aquel que realizó el salto en motocicleta. Lo último que vio fue a un hombre calvo poniendo dinamita al pie de la cerca. Sobrevino la explosión.

Abrió los ojos: su corazón palpitaba acelerado, en sus sienes aún retumbaba el estruendo. Aquello no había sido un sueño, no era ni el comienzo de un sueño: la vigilia persistía pese al método que acababa de practicar. Aceptó su condición, era claro que también las ovejas sufren de insomnio.


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* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 06/Mar/01