Absurdo concursante

Federico Schaffler

El festival del absurdo se acercaba ya a su fin. Dioses y semidioses de medio millón de galaxias competían entre sí con sus respectivos proyectos.

Después de 8 unidades de tiempo, el evento estaba a punto de terminar, con tres finalistas en verdad decididos al triunfo. Como era ya casi una tradición durante los últimos 942 concursos, K'aadux era el fuerte favorito. En todas esas ocasiones obtuvo el primer lugar y el respeto de sus competidores. Si ganaba esta vez, rompería el récord anterior y se alzaría como Venerable Guía del Universo. Por lo menos hasta que alguien echara abajo su marca, si es que esto fuera posible.

K'aadux sabía lo que se jugaba en esta ocasión y su absurdo fue preparado a conciencia, pero su participación se enfrentaba a una dura competencia. Además de Skivo, El Eterno Perdedor, que llegaba al concurso con un absurdo impresionante, destacaba entre los competidores un joven dios, quien en su primera intervención en el evento logró avanzar en las eliminatorias y semifinales hasta llegar a figurar dentro de los tres primeros puestos. Nunca, y ahí sí que el infinito era absoluto, se había presentado una situación similar. El recién egresado de la academia parecía diferente.

El sistema de votación aseguraba imparcialidad total. La reputación de un competidor o de los jueces no se ponía en juego durante un encuentro de esta naturaleza.

Los absurdos registrados para el evento fueron considerados como los mejores en muchas unidades temporales. Entre otros cobraron especial significado entre los asistentes el cerebro idiota del tamaño de un planeta; el ser multisexuado impotente y estéril; el cubo esférico de artistas pronunciadas; el amamantador de rocas y el sol helado. A pesar de su calidad, ninguno se aproximaba a los finalistas.

K'aadux, como poseedor del título, se ufanaba de conservarlo y obtener el mando supremo. Su participación consistía en una ciclópea pintura espacial, que debía de admirarse a la vez por ocho ángulos distintos por el mismo ser o dios para apreciarse en su totalidad.

-Esta vez me sentí artista- dijo a su único amigo, Loci El Mudo. Skivo peleaba una vez más el primer lugar con un portentoso absurdo, intentado antes del ascenso de K'aadux a la palestra de triunfadores, pero nunca logrado: El vacío sólido. La mayoría daba como favorito a Skivo, tanto por la natural oposición al cambio de régimen, como por simpatía por su esfuerzo, sin embargo, rara vez aciertan los pronosticadores, celestiales o no.

El benjamín dentro del concierto divino manejó adecuada y audazmente los elementos a su alcance. Desde un principio, apenas firmó contrato, su meta profesional irrenunciable consistió en ganar la competencia, derrocando a K'aadux para entrar al Consejo Divino. Él estaba seguro de lograrlo aunque nadie pensara lo mismo.

El procedimiento obligaba al actual campeón a exponer su último absurdo y defenderlo ante los cuestionamientos ajenos. Después seguían los otros dos finalistas en orden cronológico descendente.

Tanto Skivo como K'aadux salieron avantes de la dura sesión del interrogatorio masivo, confiados ambos en sus absurdos y en la decisión final. Al llegar su turno, el joven repitió una vez más las características fundamentales de su absurdo, nutrido ahora de detalles concretos. Transcurría el momento clave de la justa.

Seres. La exposición de mi proyecto será breve y concreta. Como ya saben, mi participación en este prestigiado y tradicional evento consiste en la elaboración de una pequeña esfera celeste. Un planeta tipo "L" con posibilidades de albergar simultáneamente vida orgánica e inorgánica. Los resultados del monitoreo efectuado por el panel de supervisión están apareciendo en este momento frente a ustedes. Analícenlo con cuidado, a plena satisfacción suya. Estoy listo para sus preguntas- abordó decidido a la concurrencia.

K'aadux y Skivo, altivos, experimentados y autosuficientes, optaron por renunciar a su derecho de increpar inicialmente a su oponente, aún a pesar de las necedades que tuvieron que contestarle cuando él los interrogó a ellos. Se abrió al público y al jurado la sesión de preguntas y respuestas. Antes de que el joven dios terminara de decir la última palabra de su presentación, 56,829 preguntas fueron registradas ante el jurado, quienes tras catalogarlas por grupos y temas, las devolvió a los asistentes un instante después, con la ficha y el número progresivo correspondiente para iniciar el interrogatorio.

Las preguntas y respuestas se sucedían sin parar. Los absurdos continuaban; la incredulidad y una ligera sombra de temor hacían presa de los finalistas ante la seguridad y autosuficiencia del retador, mientras los asistentes cruzaban apuestas sobre el resultado final.

Agotado el cuestionamiento de los asistentes, el jurado solicitó una muestra para estudio, análisis cruzado y consistencia total.

El método empleado para agotar las posibilidades de hallar situaciones lógicas era pormenorizado y a conciencia. Lo más razonable que se encontró en el objeto de estudio eran los profusos recordatorios comunes a una maternidad no-virginal, la siesta vespertina, las señales acústicas de satisfacción culinaria, así como el culto jocoso que se hacía a la Muerte, quien incómoda vio con desagrado como todas las miradas risueñas se posaron en ella.

El ciclo se iba cerrando y la expresión de K'aadux solo varió una microunidad temporal, con ligeras vibraciones anormales de sus dedos supraoculares, realizados con cada parpadeo. Skivo, por su parte, dejó de prestar atención al evento al cerrar sus apéndices motores, recrearse con las vivisecciones que realizaban sus células pensantes con las piedrecillas de su viscoso y voluminoso líquido vital mientras autogratificaba sus peneópodos axilares.

El joven dios dejaba su caso en manos del jurado, poco o nada podía hacer ya. El veredicto del presente ciclo dependería, seguramente, del postrero acuerdo y cuestionamiento que realizarían a concupiscencia de los otros finalistas y todos los asistentes.

Al fin se llegó a una conclusión sobre la pregunta que podía hacer historia. Millones de intentos para poner en tela de juicio su muestra fueron analizados, desechados y superados en fracciones de unidades temporales, hasta llegar a la que consideraban, valoraría el absurdo y permitiría emitir un fallo definitivo.


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* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 01/Oct/00