El Autocontrol

Albert Lladó

Abraham hace dos años que fuma. Pero ha decidido dejar de fumar. Con mucha fuerza de voluntad, consigue fumar únicamente los fines de semana. Al cabo de tres meses deja de fumar los viernes. De hecho, los viernes no es fin de semana en el sentido estricto del término. Pasa el tiempo y decide que los domingos por la tarde no debería fumar porque los lunes a la mañana se levanta con la garganta muy resentida. Al cabo de un mes, decide dejar de fumar las mañanas, tanto las del sábado como las del domingo. Ahora sólo fuma los sábados por la noche, en la discoteca. Abraham empieza a ir a la facultad. Va dejando de salir a las discotecas. En menos de un año ha dejado totalmente de fumar. No lo necesita. Abraham se gradúa y ya no se acuerda de cómo era el gusto del tabaco. Nunca le vienen ganas de fumar, ni cuando sus compañeros le ofrecen algún cigarrillo en las fiestas.

Abraham ve un paquete de Malboro en la mesilla. Su padre siempre ha fumado Malboro. Coge un cigarrillo y se lo enciende. Sabe que lo dejará cuando quiera. De hecho, al cabo de un mes únicamente sólo fuma los fines de semana. Es cuestión de tiempo que deje de fumar los viernes, que deje de fumar las tardes de domingo, que deje de fumar las mañanas de sábado y de domingo y que, finalmente, no fume nunca más hasta que necesite de un nuevo reto para demostrarse a sí mismo su poder de autocontrol.


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* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 01/Oct/00