Cabaré
A Maria Luisa.
Sergio Ochoa Meraz
Con una gran parte del olvido por recuerdo, comencé, pensé que sería un buen día para poner en orden mis ideas.
Sentía que en tus labios me ahogaba, una especie de asfixia placentera, dependiente, lúdica.
Con la cara tibia y las manos viendo hacia adentro comencé a pensar en ti, a pensarte, a saborearte. El hueco de tu ausencia me consume, me hace sentir pinche, pinchísimo. Estoy vivo, sí, siento... lo siento.
Advertí en el lagrimal de mi ojo derecho la inminente presencia de una transparente gota de dolor, de impotencia, me di lástima pero no pude evitarlo... mis ojos vomitaron el reproche hacia tu ausencia.
Intenté capturar el aire frío con la mano derecha y mantenerlo ahí para que no temblaras, también quise contener las gotas de lluvia con la mano izquierda. Traté en vano de aplastar el polvo con los pies, para que no sufrieras.
Fuiste amor de cabaré, así nomás. Por más que intente atribuirte virtudes y gracias... fuiste amor de cabaré. Con devoción y total entrega me fundí en tus forzados cabellos rubios. Bebí las mieles de un erotismo casi puro, te mantuve entre mis brazos el tiempo que duró un bolero, fuiste amor de cabaré.
En un saloncito oscuro, lleno de ganas e imposibilidades, ojos inocentes, miradas de lascivia; entre el humo del tabaco, el aroma de los besos pagados, el licor adulterado, las mentadas de madre, los pleitos a causa de una dama, mesas de lámina y sillas de alambrón... fuiste amor de cabaré.
Entre chafiretes y cobradores, jornaleros y ejidatarios, judiciales y demás rufianes, profesores y aprendices... fuiste amor de cabaré.
Ahí, donde la pasión y el amor tienen precio... bara, en donde febril y lacerante llegaste a mi vida (un instante), ahí, en donde doscientos pesos te hicieron mía, una vez... fuiste amor de cabaré!
En obligada jornada laboral me sorprendo ahora, viajando incesante de diagonal reforma al bule revolución, de tus piernas a mi cartera; de una mesa de lámina a un colchón mullido pero sin muelleo. Tu recuerdo me ensordece y alimenta el anhelo de estar en tus brazos.
Llego a casa y encierro el pudor, el cansancio y parte de la renta, hasta este momento todo es color arcoiris. De camino compraré un seis y pediré un deseo: encontrarte ahí, bailando entre luces, esperando ansiosa mi anunciada llegada. Ha sido un acierto avisar de mi vista, así serás nomás de mi persona, así encontraré tus piernas más lisas que ayer; así será solo perfume tu aroma.
Nos fugaremos en loca huida, retaremos al destino con mis seiscientos pesos, tendremos una noche de intenso desenfrene, nos amaremos a la luz de la luna y esperaremos juntos el siguiente amanecer deseando no suceda.
Hoy te compuse un tango, hoy supe de dónde han salido tantos, hoy comprendo a Gardel y su sentido dolo, hoy serás, una vez más amor de cabaré.
* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 06/Nov/00