Historia del Caro Caruso y su Hermosa Voz

Virulo

Hubo una vez un tenor que tenía una hermosa voz, lamentablemente era un hombre muy engreído que sólo cantaba cuando le pagaban mucho dinero, y su voz languidecía de tristeza al no poder ser admirada por todos, el tiempo pasaba y cada vez era más raro escuchar a la hermosa voz, costaba tanto que ya muy pocas veces cantaba.

Llegó así un día en que la hermosa voz cansada de tanto silencio decidió huir, aprovechó el momento en que el tenor bostezaba frente a la ventana y corrió a esconderse en la garganta de un gato que pasaba por ahí. Esa noche el vecindario escuchó asombrado como el minino cortejaba a su gata entonando un aria de "Aída", pero todo terminó cuando un vecino poco musical lanzó desde su ventana una cubeta de agua fría, y la voz un tanto confundida corrió a esconderse en la garganta de un gallo desmañanado, que comenzó a interpretar con todas sus fuerzas "El Barbero de Sevilla" a las cinco de la mañana convenciendo a su dueña de incluirlo en el menú del día siguiente. La voz entonaba emocionada "Torna Sorrento" cuando agarraron al gallo del pescuezo y la dejaron sin aire bruscamente, y antes de acabar en una cazuela decidió saltar a la garganta de la cocinera, una señora gorda que comenzó a cantar "La viuda alegre" con una hermosa voz de tenor que provocó los celos de su marido. Mientras ella con su voz masculina le lanzaba fragmentos de "Otelo" a la cara, él agarrándola del cuello la zarandeaba violentamente, y la voz sin saber dónde meterse, se escondió espantada en una cazuela de frijoles que estaba en la cocina.

Los frijoles se los comió más tarde un vecino que en la madrugada despertó asustado oyendo a sus tripas cantar a voz en cuello y corrió al hospital, allí ante una junta de médicos su duodeno canto a dúo "Granada" y los doctores decidieron la inmediata intervención quirúrgica del paciente.

En ese mismo hospital y a esa misma hora el tenor estaba siendo atendido por su afonía y en el instante justo en que abría la boca para que le examinaran la garganta, por una feliz coincidencia en el salón vecino el cirujano le abría el vientre al señor que le cantaban las tripas, liberando a la voz. La voz que ya estaba un poco harta de tantas aventuras regresó con el tenor que dando un Do de pecho fue dado de alta inmediatamente.

Cuentan que al poco tiempo inventaron el fonógrafo, y como el tenor se dedicó a grabar discos, su voz fue muy feliz al ser reproducida y distribuida por todo el mundo en millones de copias.

FIN


Otro cuento de: Teatro    Otro cuento de: Sala de Conciertos  
Otro cuento del Mismo Autor   
 Sobre Virulo    Envíale e-mail
 Índice de temasÍndice por autoresEl PortalLo Nuevo
 MapaÍndices AntologíaComunidadParticipa

 

 

* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 06/Ene/01