Centroamérica

Sonia Catela

Que se sentara, que qué tal, que qué honor encontrarse por fin puesto que, por lo visto, sus itinerarios jamás coincidían, pese a tratarse de una isla tan reducida; lo convidó con un habano, le palmeó el hombro, sirvió tragos y mientras el general esperaba con recelo la causa de que se lo convocara, el otro anunció: -Me comunicaron que ustedes han decidido dar por terminada su presencia en la zona y su colaboración con nosotros, eso dice en mi propia cara el hijo de puta, que decidimos irnos, con tanta caradurez que por un momento llego a dudar y preguntarme "¿pero quién putas dio la orden de partir?" y dado que yo mismo doy las órdenes, es que él, Mackinley nos echa, y sonríe y digo "todavía no está resuelto, señor, apenas nos hallamos evaluándolo", como si nos pudieran descartar como a un tacho de basura, y Mackinley sigue con que nuestra colaboración es invalorable, pero que de ninguna manera van a retenernos un minuto más allá de nuestras decisiones y puesto que ya hemos decidido irnos, según le informamos..., nos echa, porque quién mierda se lo va a comunicar si yo estoy a cargo de eso, y Mackinley se tragó el whisky de saque, y apretó un botón y se puso a hablar en su puto inglés vaya a saber con quién, y me tenía ahí de valet, esperando, y cuando se le ocurrió terminar, miró mi vaso, y chapurreó en español un "veo que todavía no se tomó su whisky", y me planté: "creo que vamos a quedarnos un mes más, Mackinley", y él que eso no sería muy apropiado, como ya les habíamos notificado que nos retirábamos él había diseñado otra estrategia con otra gente, con chilenos, y nosotros no habíamos notificado una mierda porque yo soy el que notifica, y apunté "pero Mackinley, podemos entrenar a los chilenos" y él me agradecía y sostenía que eso no era posible, que en realidad ya estaban preparando los aviones para transportarnos de vuelta, que no querían interferir en nuestros propios planes, ¿qué planes?, puteaba yo para mis adentros, y ahí sacó que había temas pendientes, como la devolución de las "x" toneladas de pertrechos, que él no acreditaba ninguno de los rumores sobre que gran parte de ese material había sido vendido en el mercado negro: con esa novedad se despachó Mackinley; "los argentinos no nos rebajamos a esas raterías", lo rebatí yo, pensando cómo putas saldría del berenjenal que se abría ahí, de improviso, ¿qué me estaba pidiendo? me estaba pidiendo hasta la última baliza, inventario en mano, acá está lo que debe rendirme, Varela, dijo, y me tiró una lista, y que si faltaba una pieza, entonces él por obligación, debía iniciar un sumario y habría un juicio, pero nada de eso ocurriría, vaticinó y miró mi vaso vacío pero no me sirvió más whisky, porque eran puros rumores ya que los argentinos no se guardan vueltos ni entran de noche a los depósitos a arrear pertrechos que no les pertenecen para hacerlos plata en el mercado negro, dijo, porque si eso fuera así, él no denunciaría porque a un aliado no se lo denuncia, pero nos pondría en el primer avión de regreso a la Argentina. Pero se iba a demostrar que todo estaba en orden y yo pensaba cómo explicarle que el 90% de esa lista de pertrechos se había evaporado y se lo digo, y Macklinley se sonríe y me palmea, lástima que hayan decidido abandonarnos, general, dice, pero la colaboración de ustedes contra las fuerzas irregulares aquí en Centroamérica ha sido realmente invalorable, y por eso, sigue, (y saca una caja del Pentágono u otra mierdosa de sus reparticiones), esta condecoración, señala, y la deja sobre el escritorio y la empuja con el lápiz como si alejara una mosca muerta, recuerde preparar a su gente que a primera hora sale el avión para Buenos Aires, dice, y yo espero que me coloque la condecoración pero él no me la pone, concluye: "hasta siempre amigo", en español y disca y empieza a hablar en su puto inglés dando por finalizada la conversación y alzo la mugrosa caja, la abro, me prendo la cruz al mérito y salgo, pecho en alto, taconeando, izado al tope el honor.


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* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 11/Ene/03