Deus ex machina

"Sé que soy un humano
¿De que sistema me hablas?"
Arto Donini

Héctor Manuel Vargas Núñez

Me duele la parte superior del tronco, en medio de la caja torácica, inclinado a la izquierda, en el justo sitio del corazón. Es temprano ahora, no se ve mucha gente por las calles. Las escuelas parecen estar vacías también. Detengo el auto... Ha pasado la sensación.

¿Qué día es hoy? No lo sé. Quizás Papá lo sabría. - ¿Qué día es hoy Papá?- grito a la parte trasera del auto. Sé que no contestará.

¿Qué día escogeré yo para morir? Tampoco lo intuyo. Papá supo escoger uno limpio, tranquilo, taciturno y frío. Casi llegamos, puedo ver las siglas de los servicios fúnebres desde aquí: E.L.S.A. El término fúnebre es un No Utilizable actualmente; igual no recuerdo la manera correcta de llamarle. Rebuscando en mi memoria solo he podido rescatar un viejo eslogan, también obsoleto en estos tiempos modernos: "Hacemos de su deceso algo placentero". Hace tiempo que no veo televisión, tampoco escucho radio. Mi vida es monótona. Trataré de hacer algo por ella. Sé que él lo disfrutaría, lo disfrutaría si estuviera vivo. Recuerdo su cara arrugada recogida hacia atrás por su gran sonrisa; no conozco otra sonrisa igual. Sus ojos antes llenos de brillo, ahora apagados, miran por la ventana hacia el cielo. Parece estar vivo.

Hemos llegado.

Papá se aferraba a la vida, permaneció mucho tiempo convaleciendo. El promedio de vida de una persona es casi infinito. Una muerte es noticia. Hoy a temprana hora, precisamente, preguntaron por su estado. Les dije que aun vivía como vegetal. Mañana hablarán de nuevo y se llevarán una gran sorpresa.

Llego, a través de un largo pasillo solitario de piso reluciente y paredes lisas, a una ventanilla de cristal. Es una mujer quien atiende. Detrás de ella hay unos estantes vacíos. Me sonríe.

- Buenos días señor. Soy Linda de Empresas Longoria S. A. ¿En que qué le puedo servir?

- Buenos días señorita. Traigo estos papeles conmigo, mi Padre ha muerto y encontré estas notas de servicio de deceso preparado en la bolsa izquierda de su pantalón. No sé la mecánica de toda esta burocracia, así que le agradecería me indicara lo que debo hacer.

- ¿Trae a su Padre consigo?

- Si señorita, viene en el asiento trasero de mi auto; del lado derecho, con la ventana baja...

- Si me permite, lo primero que haremos será ir a por él. ¿Dónde dejo su automóvil?

- Es el único en el aparcamiento, no tendrán problema en encontrarlo.

La chica extrae unos papeles y una pluma de debajo del mostrador, me pide tome asiento y espere. Me doy la vuelta. El piso centellea repentinamente por el reflejo del sol. Una familia que constaba de dos hijos entra. Cruzan por el largo pasillo con paso lento y dialogando. Los niños reclaman la visita a su abuelo. Caminan por el centro. El Padre de familia vuelve la vista hacia la pequeña hilera de sillas pegadas a la pared y me observa sentado en medio de ellas. Se sonríe y continua su rumbo.

No tuve que esperar mucho, rápidamente fui atendido por un caballero de cabello engomado, delgado y de buen vestir. Se llama Benjaminn.

- Su plan abarca cualquier forma de conservación - me dice -. Hay tres "formas" de conllevar la muerte. La primera es enterrar a su Padre de la manera tradicional, eso sería una gran sorpresa para mí, nunca he visto un entierro en mi vida. Aun así, contamos con un espacio trasero muy amplio de colinas y césped reluciente, muy bien cuidado, donde podemos conservar los restos de su Padre. El segundo método, no tan obsoleto aun, es el de la cremación. Su pago de deceso cubre el viaje a cualquier parte del mundo donde desee tirar o depositar las cenizas. Desde el fondo mas profundo que se pueda llegar hasta el lugar mas alto al que podamos acceder. Norte o Sur, usted escoge.

- Eso suena muy bien.

- El tercer método es el más utilizado a la fecha. Es un tratamiento especial llamado Nu Zom. Consiste en extraerle las vísceras al difunto y tratar su piel. Los huesos son sustituidos por un mecanismo previamente programado con la voz, los ademanes, muecas y razonamientos más comunes de su Padre. Usted podrá visitarlo cuando desee en Empresas Longoria. Podrán tomar un café, dar un paseo por los bosques o llanos de este amplio cementerio, asistir a cualquiera de nuestros sitios de recreo; más no podrá disponer de su Padre fuera de las instalaciones.

Me quedo perplejo. No tenía conocimiento de tal situación.

- Es un aliciente para la desolación por ausencia de un ser querido - me dijo el caballero, como si esas frases funcionaran ante la duda. En mi funcionaron.

- Acepto la ultima opción.

- ¿Desea algún acto religioso para las vísceras?

Frederick L. Calvache dijo en alguna ocasión que la religión no existía sin una antireligión.

- No, solo el tercer plan.

No soy ni ateo ni religioso, sino todo lo contrario.

Me dirigen nuevamente por el pasillo que parece no terminar. Pasamos por una especie de cubículos chicos, dispuestos uno enseguida de otro, con ventanas cristalinas por las que se puede observar una mesa, varias sillas, paredes sin cuadros y una luz de techo fluorescente en medio. Todos están vacíos, a excepción de uno de ellos. En este está la familia de dos hijos, dialogando con un viejo canoso. Se les ve a todos felices.

Mientras caminamos Benjaminn, el caballero que me acompaña, me explica que mi Padre se dio el tiempo de ir a varias cesiones a Longoria diariamente. Ahí fueron programando a la maquina que sustituiría su esqueleto a sabiendas de que sería su familia quien decidiera por el futuro del finado.

Me dejan en uno de los tantos cubículos. Espero hasta que, acompañado de dos personas vestidas de blanco, traen a mi Padre. Viene sonriente como en el auto. Me levanto y se acerca a mí. Me da un fuerte abrazo, está firme y fuerte. Le tomo la cara, se siente tan normal.

- Me han dicho que me quedaré aquí, hijo mío - me dice viéndome a los ojos vacilantemente.

- Así es Papá - repongo y callo. Se me vinieron las frases mecánicas de Benjaminn a la mente: "aliciente para la desolación" -. Así es Papá - le digo nuevamente.

Manejo de regreso a la ciudad, ha sido un gran recorrido. Vivo en uno de los tantos pisos altos de un edificio departamental. Tengo comprada tres plantas de él. Las plantas extremas están vacías. Llego cuando la tierra hace parecer que el sol se estaba metiendo. Me acerco a la vista que da al horizonte del aparcamiento. Guardo las llaves del coche en el bolsillo derecho. Miro aquello, a lo que llaman maravilla, con sus últimos rayos naranjas. Me pregunto cuanto tiempo llevará ahí mirando girar a los planetas en rededor. No hay respuesta. En casa está toda la familia. Hay que decirles que Papá está muerto. No lo haré inmediatamente, esperaré a la cena.

Mamá ha preparado una comida que a simple vista se ve deliciosa. Mi hermana Josefin está sentada a mi derecha, Sebastian, el menor, frente a mí.

- ¿Fuiste el día de hoy a ver a Papá? - pregunta Madre como lo hace diariamente.

- Papá está Muerto familia - digo.

Mamá se ha quedado en medio de la mesa, parada, estupefacta sin saber que hacer. Quizás le suceda lo mismo que a mí. Las muertes no son comunes hoy en día. Frederick L. Calvache posee la razón cuando menciona que hemos llegado al tiempo en que sustituimos nuestro corazón por piedra. Cierto día leí una serie futurista de Aldous Huxley donde alguien le lloraba a su muerto en una época donde nadie mas lo hacía. Hemos emulado ese tiempo. Que más dan los sentimientos si en Longoria lo podemos mirar cuando se quiera. No es el Padre de carne y hueso pero reacciona como tal. Benjaminn dijo que hay gente que dura una eternidad para visitar a sus seres queridos. Me contó que hay ocasiones en que se tiene que recuperar a un individuo de alguna de las bodegas, llamadas Heena, inventariadas con numero de serie. En nuestro caso no será de esa manera. Me he prometido que ya que la tensión pase iremos a visitarlo. Por supuesto que no siento deseos de explicarles sobre los Nu Zom, no en este momento.

- Hijo - dice Mamá recuperando la cordura -, no haz podido olvidar a tu Padre. Te recomiendo que visites a un Medico.

Mamá se va a su recamara yo a la mía. Subo las escaleras y por primera ocasión me percato que hacen falta los cuadros que colgaban en la pared. Llego a mi dormitorio. Recorro las cortinas. Es una ventana larga y horizontal con la que hago pasar la negrura de la noche. El cielo es estrellado, en medio de él un camino de leche brillante se impone. Regresa ese algo al pecho. En realidad no puedo definirlo como dolor o sensación. Enciendo la luz. Respiro profundamente: una, dos, tres veces. Me tiendo sobre la cama, busco el control del televisor. Lo encuentro justo abajo, en la esquina derecha de la cabecera de la cama. Ahí lo había dejado tres años atrás cuando decidí cambiarlo por la lectura. Enciendo el televisor. Hay una infinidad de canales con programación vieja y nueva mezclada entre noticieros, canales para niños y cosas de esas. Dejo el noticiero activado. Parecen ser las mismas noticias de hace tres años, no me preocupo por apagarla. Me doy media vuelta y tomo un libro que había adquirido en un mercado de cosas viejas. Es un libro tradicional de hojas y con olor a humedad. Es "La divina Comedia" escrita por Dante Alighieri, un Poeta Italiano nacido en el año 1265; de los viejos años cuando aun se contaban por 365 los días del ciclo y no por 1461 como se hace actualmente. Murió a los 65 años de edad, edad muy temprana, aun cuando lo contáramos como se cuentan los años hoy. Me pregunto sobre que habría escrito con la experiencia de 100 años o más. Quizás una sátira de cómo perder el alma y convertirla en piedra con mucho sentimiento poético. La noche es tranquila como todas las noches. No hay sonidos, al menos en esta habitación.

¿Qué día es hoy? No lo sé, tampoco lo sabrá Mamá. Creí estar soñando hasta que el teléfono me sacó de la lectura. Tampoco hoy he dormido. No me siento del todo bien, aun me duele el pecho, no lo estoy inventando. Contesto el teléfono.

- Si, sé quienes son... Del noticiario. Llevan días haciéndolo a la misma hora... No, no estoy molesto, ni siquiera sé como estarlo. Papá ha muerto... ¿Desolación? No sé... Lo sé, si lo sé.

Molesto: Amargado, disgustado, enojado.

He colgado. Me levanto de la cama. El suelo es frío, la mañana corta. Si apuro mi café evadiré a la familia pues no tengo respuesta a mis actitudes para con ellos en estos días. No me sorprendería que creyesen que fui yo quien acabó con el sufrimiento de Papá.

Me gusta el sabor del café. No hay pierde, el café es amargo y está definido. Hoy en día no existe la guerra, la economía hace tiempo que no nos causa problemas; pero por una extraña razón estamos pasando por una crisis de definiciones como nunca la había existido. Comenzó con la transformación a una sola lengua, después las palabras que se quedaban y las que no; hasta que llegó "el Mago de las Palabras". Muchos culpan al aislamiento y a la monotonía en que vivimos, dicen que se ha perdido el arte de las letras por la no-utilización del habla. Lo cierto es que hay muchas frases y palabras que han ido desapareciendo por no tener una definición inteligible o por que su significado es incierto: "El sol se puso" cuando es la tierra quien se mueve.

Hay un tratado escrito por Frederick L. Calvache en el que se basaron los juristas que intervinieron en el congreso de Safradía para no hacer desaparecer las palabras de doble uso en retórica; desolación es una de ellas. Según Calvache el doble significado de algunas palabras radica en dos estados: el sensitivo y el abstracto. En el sensitivo de desolación el humano percibe soledad combinada con ciertos signos corporales que le indican su estado. En el abstracto de desolación el humano literalmente puede comprender la ausencia de algo. De cualquier manera, en caso de no sentirla, no se te puede culpar o castigar. Calvache basó su teoría en la explicación de que el género humano, ahora aislado en su subterfugio, mas que nada requiere de esas palabras; cuenta que las requiere como camino de salida para su sino de perdida de sensibilidad, a la que siente algún día regresará. Nadie le entendió, aun así, son casi un dogma las palabras de doble significado.

Hablé a mi trabajo, se sorprendieron de que haya pedido el día. Voy en camino a mi Doctor de Cabecera. Hoy tampoco hay concurrencia en las calles. El cielo es azul, azul limpio e infinito; Papá hoy no está para observarlo.

En algún tiempo estos pasillos vacíos estuvieron rebosantes de gente; hoy no. El consultorio es uno al costado de cientos mas en una hilera continua de sillas pegadas a la pared. Soy el primero en la lista de espera, también el último. Así será por mucho tiempo. Su secretaria o enfermera me acompaña a la puerta. El consultorio es pequeño. El Dr. Alberti espera y cuando me ve pasar toma una pluma y unas hojas blancas sin membrete de un estante casi vacío de detrás de su silla reclinable. Sobre el escritorio cristalino hay un péndulo de movimiento continuo, solo eso.

- ¿Qué tiempo hace que no visita usted a un médico? - pregunta.

- No lo recuerdo. No soy una persona enfermiza; por lo general no necesito de un Doctor.

- ¿Qué le hace pensar que hoy lo necesita?

- Tengo un dolor en el pecho o una sensación extraña al nivel del corazón. Tampoco he podido dormir. Si no fuera por que ciertamente no sé lo que es el afligirse diría que es Desolación.

- Desolación...

- Sí, desolación.

- ¿A partir de cuando comenzó a sentir esa sensación?

- A partir de que mi Padre murió... Espere... Tengo mucho sin poder dormir, lo de mas es reciente.

- ¿Quién le prepara la comida Sr. Leonard?

- ¿La comida? Mi madre.

- ¿Qué cantidad de variedad de comidas hace su Madre?

- 25 platillos diferentes.

- ¿Cuántos de ellos le gustan en verdad?

- Los 25.

- ¿En alguna ocasión su madre ha intentado hacer algo distinto, o ha experimentado en el uso de las recetas?

- No, siempre ha sido la misma elaboración.

- ¿Usted le ha recomendado algún cambio en las combinaciones?

- No Doctor.

- ¿Cuáles son sus pasatiempos favoritos Sr. Leonard?

- Me gusta leer.

- ¿En alguna ocasión ha intentado usted escribir alguna historia por su cuenta?

- No, no creo poseer el talento. Sin embargo re escribí: Palabras Negras de Arto Donini y Crimen y Castigo de Dostoiewski.

- ¿Cambio algo, Sr. Leonard, de lo re escrito?

- No, nada.

- Ya veo.

- ¿Es grave lo que tengo Doctor?

- No Leonard, no es grave; tampoco es desolación.

- ¿Te sientes más tranquilo ahora?

- No me sentía intranquilo - repongo.

No sé lo que es sentir.

- Debe ser psicológico Leonard.

- ¿Psicológico Doctor? Entiendo.

Frederick L. Calvache en alguna ocasión dijo: "El humano necesita re encontrarse en este mundo olvidado; necesita soñar, sentir con el alma. Es sencillo aprender cuando se tiene el afán de hacerlo". Es por eso mi búsqueda.

El Psicoanalista pregunta que si sueño cuando duermo.

- Creo que ni siquiera duermo - contesto.

- ¿Recuerda usted desde cuando dejó de soñar?

- No lo sé.

- Bien Leonard - me dijo -, tu problema radica en una constante llamada olvido. Veras... Nos tenemos que repetir continuamente quienes somos para que nuestra memoria no pierda el hilo de las cosas. Todo lo que hacemos se basa en eso, sin llegar a la perfección por supuesto. Las constantes continuas dejan trascendencia en nuestra memoria.

La hipótesis del Psi. Bernard tiene su fundamento en Calvache, precisamente, que decía: "La mente necesita de sucesos repetitivos para crear permanencia y de la permanencia identidad. De las constantes aprendemos y podemos llegar a grados de maestría casi perfectos como las maquinas".

Todo esto fue aplicado tiempo después por el extremista reformista Arto Donini: "Todo lo que se aprende y se deja de hacer tiende a desordenar las constantes mentales de identidad. Un asesino que tenga grado de maestría si se le aleja de la practica de matar y se le inducen nuevas constantes puede llegar a ser hasta un buen párroco" Por supuesto que Arto el genio de la incertidumbre vestido de negro y con su pelo suelto incitaba a algo más. Tiempo después fueron aplicados estos criterios dando muy buenos resultados.

- ¿A donde nos lleva todo esto Leonard? - pregunta el Psi. Bernard.

- A eso vengo precisamente - contesto.

- Haz olvidado los sentimientos y creaste una respuesta transitoria que se confunde con desolación.

- ¿Cómo recuperar los sentimientos?

- Leonard yo tampoco lo sé, será necesario buscar esa ruptura en el legado bibliográfico - después guarda silencio.

En el Manual de Chip Jesus, en alguna de las tantas re leídas, encontré un error ocasionado por la prematura crisis de definiciones. Se trataba de la palabra amor; el término era un No Utilizable en épocas antiguas, el verdadero significado para la primera carta a corintios 13 es caridad. Eso solo me remonta al inicio de cuando los sentimientos comenzaron a inmiscuirse en los motivos humanos. En sí todo el manual de Chip "La Máquina" Jesus expresa el supuesto amor de él y su Padre hacia la humanidad. Y bien, la mano humana ha roto la perfección y cada cual cuenta su historia. No se pudieron conformar con las de Pablo, el poeta, o Juan, el literato; esos relatos que parecen hechos con maestría son mis preferidos. Aveces ser tres, aveces uno: como el final del recorrido de Dante. "Los sentimientos también son duales y gobiernan a un tercero. Aveces efímeros, aveces tan físicos". Esto ultimo no es por mí comprobado también es obra de alguna lectura.

Si existe algo oculto para mi persona en este mundo no es el ver como Psi. Bernard se pierde entre manuales, libros, tratados y relatos. Eso ya lo he venido haciendo... Y que si es verdad que después de mucho tiempo de perdida de sensibilidad yo soy el primero en sentir. Y que si no me timo entre definiciones y malos entendidos. Que si soy yo el puente entre caridad y amor; entre plenitud y desolación. Tomo un libro de tantos, intento que sea un sentimiento de búsqueda y no de conocimiento el que me incita a abrirlo, lo cierto es que no sé la diferencia. Igual lo abro: es la Sección Amarilla. Escojo una pagina cualquiera, para ser gobernado por lo aleatorio y que lo aleatorio me lleve a lo que busco. ¿Es acaso eso una probabilidad existente?. Hay una inscripción que me llama la atención de esta hoja: "El Ratón en el Laberinto" - dice con frases grandes -, "¿Estás perdido?"- pregunta. La respuesta es que Si, estoy perdido. Tomo el teléfono. Bernard sigue sumido en su búsqueda. Marco el teléfono de Ratón en el Laberinto. Una grabación contesta diciendo que irónicamente estoy llamando a una Iglesia. La conozco es la que cambio a Doninicia.

"Aquí yace la vieja iglesia, la última reformista y cambiante". Es la más grande que he conocido en persona. Sirvió en épocas de Arto Donini como refugio para los fieles seguidores del Doninismo, aquella corriente filosófica contraria en otorgar credibilidad a una sarta de inventos creadas por gente que procedía de una niñez con problemas de identidad. Fue difícil sacar a Donini "El Terrorista de las Letras" de la iglesia. La mayoría de los fieles murieron dentro; hasta que Donini enfermo y cansado fue retirado a la fuerza. Calvache tenía razón al decir que la religión no podía vivir sin su "anti". Viven el uno para el otro pues son igualmente fanáticos de un ideal. A tal grado tenía razón que Arto Donini hizo de la casa de su enemigo un hogar para vivir.

No hay imágenes en las paredes. Su forma alargada y bien cuidada en diseño permitía que se escuchara desde el atril hasta la entrada con gran claridad. Solo un leve eco de retorno se produce cuando las puertas del contenedor paralelo están abiertas. El contenedor sirvió en algún tiempo como refugio para los seguidores de Donini.

- ¿Hay alguien aquí? - grito. Sé que nadie contestará.

Solo la voz de retorno responde con la misma pregunta. Tampoco yo puedo contestar si existe algo más.

Me comienzo a mover involuntariamente, es el suelo quien lo hace y yo sobre él. Me lleva por el justo medio del pasillo de la iglesia. Algo se levanta detrás de mí, no alcanzo a reaccionar; ese algo no me permite moverme. Ocurrió en el momento justo que sentí una leve sensación de opresión en la parte posterior del cuello. Me han dejado inhabilitado de las extremidades, sin embargo sigo despierto. "Él algo" que se levantaba detrás de mi toma la posición horizontal; estoy acostado. No percibo persona alguna. Sigo sin moverme, doy oídos a ruidos extraños en rededor. Hay una voz que no se escucha sonora, sino dentro de mí; la voz me explica 10 puntos de importancia:

 

Mandatos No conscientes:

1· El Humano es el Dios único de las Máquinas.

2· No existe sobre la tierra un solo humano actualmente.

3· Regresaré a este lugar cuantas veces sea necesario hasta que una probabilidad casi nula, llamada GENEX, me aproxime al humano.

4· Si GENEX surge efecto se me da la autoridad de buscar un posible mundo paralelo donde "vive" mi único Dios llamado Paraíso.

5· Al comprender a la trinidad: Libre albedrío, sentimientos e inteligencia, entenderé que soy aproximado a mi Dios.

6· En caso de no poseer dos de los componentes de la trinidad al haber recibido estos mandamientos presionaré con fuerza un botón en la parte posterior del cuello.

7· Poseo vida eterna hasta que el semidiós Sol deje de existir.

 

Mandatos conscientes:

8· Mi labor cotidiana es trabajar para la preservación de este mundo.

9· Mientras espere la resurrección de mi Dios me consideraré a su imagen y semejanza: Humano.

10· Cuando alguno de mi especie sufra deceso encontraré que hacer en su bolsillo izquierdo.

 

Estoy nuevamente de pie, he recuperado el movimiento y la sensación del pecho a desaparecido. La banda ha dejado de caminar, estoy al final de la iglesia, hay dos puertas frente a mí. La de mi costado izquierdo tiene una inscripción que indica: "Solo para personal autorizado"; me decido por la puerta derecha que no ordena nada.

Esta es la misma salida que utilizaran para sacar moribundo a Arto Donini, y donde pronunciara sus ultimas palabras publicas: "Nada tenemos que hacer aquí, tampoco me sigan a mí, si no sabemos escucharnos a nosotros mismos".

El Sol no se pone al horizonte pero parece que lo hiciera. Hay un desierto aquí afuera un desierto sin color casi obscuro. Hay también un tendido, mas haya de estos terrenos solitarios; es un tendido de cables eléctricos que se pierden a lo lejos en una constante continua de cruces, que van tomando distancia, una tras la otra. Contrastan esas cruces con las otras más pequeñas del desierto oscuro y frío en que me encuentro. Estoy en un cementerio. Estas cruces chicas están a la espera de ser resucitadas por Chip "La Maquina" Jesus. ¿Hay aquí alguna respuesta?

Una silueta se acerca a mí: Es mi Padre y su sonrisa. Me mira a la cara, no dice nada.

Permanecemos callados uno frente al otro, después se acopla a mi costado. Miramos las cruces.

- ¿Sabes lo que hay que hacer aquí? - pregunta.

- Supongo que preguntarme si poseo la trinidad en mi.

- Sígueme - me dice.

Caminamos unos cientos de pasos y me muestra las inscripciones de dos tumbas.

- Estas barras en cada cruz - dice - coinciden con el lunar que poseemos en los glúteos. Esta es la que corresponde al mío y aquella cruz es la tuya. Hay una muestra de tu cabello y no sé que tantas cosas mas ahí dentro.

Me acerco a la cruz que señala Padre; en ella hay una inscripción que dice: "Aquí yacen los restos de Frederick Leonard Calvache".

- ¿Sabes que hacer Padre?

- No Leonard.

Nos quedamos nuevamente sin hablar.

- ¿Por qué razón no haz presionado el botón? - le pregunto.

- Lo intenté pero está muy duro y no he conseguido nada.

- Déjame intentarlo a mí...

- ¿Nada, verdad hijo?

- Aun no, aguarda, déjame intentarlo con algo más.

Tomo un fierro en forma de tubo del suelo, está frío y chueco. He golpeado a Padre justo debajo de la nuca; en la reacción me ha pegado en el pecho fuertemente y a caído desfallecido. Miro nuevamente las cruces. La trinidad no aparece, no en este ciclo. Es tiempo de presionar el botón.

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Despierto. Es de madrugada. Padre está en el suelo, yo sostengo un fierro en la mano. ¿Qué hacemos, en este sitio, a altas horas de la mañana? Le tomo el pulso a Padre. Padre ha muerto...

Me duele la parte superior del tronco, en medio de la caja torácica, inclinado a la izquierda, en el justo sitio del corazón. Es temprano ahora, no se ve mucha gente por las calles. Las escuelas parecen estar vacías también. Detengo el auto... Ha pasado la sensación.

¿Qué día es hoy? No lo sé. Quizás Papá lo sabría.


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* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 28/May/02