El Deseo
Leo Mendoza
La cinta se la trajo una amiga de Brasil. A decir verdad le regaló un montón. Se llamaban lembranças o fitas do Senhor do Bonfim do Bahia. Cuando se la amarró, le dijo que cerrara los ojos y pidiera un deseo. La deseó a ella, aunque jamás se lo dijo. Su amiga le explicó que debía conservar el listón hasta que se cayera solita y entonces su petición se haría realidad. Pasaron los años, ella tuvo varios novios, vivió seis meses con uno y con otro se casó. La cinta seguía ahí en su muñeca, convertida en un hilo e irrompible a pesar de sus tirones y el desgaste. Cuando ella se divorció, cuando le habló con el fin de salir, de tener otro tipo de encuentros, entonces y sólo entonces, la cinta reventó como por arte de magia. Pero él ya no la deseaba. Entre el puñado de recuerdos que atesoraba encontró una de aquellas lembranças y supo qué debía hacer: le pidió a una compañera de la oficina -de cara y trasero redondos- que lo atara a aquel nuevo deseo.
* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 06/Feb/01