Es una Desgracia
Agustín Lozano Ruiz
Buscó Luis un hueco en la mañana para salirse de la fábrica a fumar. No sólo era la necesidad de nicotina: quería caminar un rato a solas. No le importaba que el rumbo pudiera ofrecer tan pocos atractivos o que no fuera particularmente seguro. No se veía muy bien al caminar: algo jorobado y con la cabeza gacha. Abatido.
Pensaba en sus padres y en el terrible accidente. En la incertidumbre entre la primera noticia y la certidumbre de la tragedia. En la identificación de los cuerpos, luego de un laberinto de trámites. En el traslado y en el velorio. En los gritos. En los gritos, sobre todo. En la providencial llegada de ella, a quien no había visto desde hacía días y a quien pensaba que había perdido para siempre. En cómo halló consuelo cuando ella le dijo que ya no se separaría de él, que lo amaba.
Prendió el segundo cigarro con el anterior. Levantó la cabeza por un momento para dejar que la vergüenza, por haber imaginado esa desgracia como única manera de recuperar el amor perdido, le lastimara la cara.
* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 06/Dic/01