El Otro Búnker
Héctor Manuel Vargas Núñez
Domingo 11 de Agosto del 2002.
Creo que estoy a punto de volverme loco. Lo aseguro pues hace unos momentos me pegó el calor nocturno de la ciudad y me di cuenta que me estaba riendo solo. Quizás sea que he llegado al grado más bajo de mi naturaleza humana.
Tengo un poco de hambre a pesar de que cené un cereal escarchado con Calcetose; me supo un poco amargo, por el chocolate, pero no tan amargo como los momentos que estoy pasando. Pareciera, por mi forma de vestir para dormir, que es un pretexto el quejarme pues estoy vestido con una camisa de seda pura.
El aire acondicionado está bajo. Si logro costear lo que me resta a la Comisión Federal de Electricidad, no quisiera pagar cuatrocientos cuatro pesos de nuevo; es mucho dinero y en este momento me cuesta demasiado el poder juntarlo. La camisa de seda me la puse por que era la única limpia; la otra ropa está tendida, la acabé de lavar hará como unas dos horas.
Fui hace una semana a la Comisión Federal a pedir un convenio de pago, muy amablemente accedieron a darme una semana más. Ayer fui de nuevo a pedir otra prorroga y a abonar una parte. Me restan ciento cuatro pesos, les dije que el martes próximo les terminaba de pagar y me dieron un papel, el cual me pidieron lo pegara en el medidor de luz. El papel dice: No cortar hasta el día 14 de Agosto.
Hace como veinte minutos estaba en un dilema pues no tenía cinta adhesiva para pegar el mentado papel y se me ocurrió utilizar unas curitas; es extraño, pero se ve muy chistoso el medidor de luz con una prorroga escrita en papel y dos cintas para cortadas sujetándola; el medidor no está sangrando, soy yo con mis problemas económicos quien lo hace; por eso me reía allá afuera, por las curitas sobre la prorroga, y yo sangrando, las camisas sucias y yo con seda, el cereal con chocolate y su sabor amargo.
Necesito un bunker con todo lo necesario..., incluyendo a mi esposa e hija que están tan lejos.
