La Vida en los Escenarios
José Ángel Barrueco
El niño actor hizo su mutis en el escenario. Mientras desarrollaba su personaje, las adversidades fueron venciéndolo con su equipaje de guerras, sueños frustrados, enfermedades, aventuras imposibles y amores perdidos como una gota de aceite en el océano. Los miembros del público, dioses de la farsa, recompensaban alguna de sus hazañas y castigaban otras. Al término del drama, el hombre, viejo y devastado por el tiempo, se alejó de escena hacia el proscenio, donde una luz reclamaba su retirada. Llevaba en su recuerdo la rosa de algún aplauso y la víscera del corazón como un libro herido por la firma de otra actriz, y estas dos certezas bastaron para que la obra mereciese la pena.
* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 11/Ene/03