La Cojita
Fernando C. Pérez Cárdenas
Pues si tú no dices nada, te refrescaré la memoria. Íbamos en quinto de primaria. Desde el primer día de clases le pusimos "La Cojita". Caminar de vaivén, lastimosa figura regordeta, el cabello mal cortado, aquellos ridículos zapatos rojos... En fin, era ideal para nuestras mofas. No lo niego: cómo me reí. ¿Te acuerdas que hasta un día le escribí una carta de amor a nombre tuyo? La pobre se lo creyó. Qué divertido la pasamos todos los de la clase cuando, encolerizado, le reclamaste agitando tu mano con su cartita de respuesta, vociferando tanto improperio. Solemne manera de limpiar tu honor y destruir esperanzas. A pesar de todo, me perdonaste sin gran problema la broma y, desde entonces, te consideré mi mejor amigo.
Pasó el tiempo y un día nos sorprendimos al verla atendiendo la panadería del barrio. Se habían acabado las burlas verbales, pero no así nuestras maliciosas sonrisas. Recuerdo que adelgazó y se empezó a poner bonita la condenada, aunque su cojera se acentuó. Lástima. Luego tú partiste.
Discúlpame por no haber aclarado antes la situación pero, con la emoción que sentí al verte después de tantos años, te juro que se me pasó. Empezamos a recordar las viejas épocas y emitiste tu desafortunado comentario. ¿Qué quieres que haga, mi hermano, si estoy casado con ella? Ahora que te recuperes y levantes, te voy a dar otro tubazo en la cabeza. Ya sabes cómo soy yo con eso del respeto a las damas.
* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 02/Feb/02