Letargo
Marcos Leija
Eraclio Villamar -según él descendiente de literatos y filósofos- pretendía hacer todo perfecto, tanto que al platicar con sus compañeros de sexto año de primaria, lo hacía con un
léxico florido.
Durante una clase, cuando el profesor le preguntó acerca de la tecnología computacional, quiso lucirse en su respuesta, ser él quien le diera la lección al maestro y demostrar que Einstein no era nadie comparado con su don de inteligencia; pero pensó tanto, demasiado en lo que iba a contestar, que aún sus padres y los médicos le preguntan algo, le gritan, encienden un fósforo frente a sus ojos, y él permanece inmóvil, ausente del mundo habitual, como hurgando sin encontrar todavía en el pequeño archivo de su coeficiente, alguna página del libro de cómputo que no leyó jamás y donde estaba la respuesta.
* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 06/Nov/00