El fantasma y la conciencia de sí
Miguel Ibáñez
Muchos años después, volvió al lugar del naufragio.
Las olas golpeaban con la misma furia que entonces, y la sombra de los acantilados caía sobre el mar como una gigantesca losa.
Le pareció volver a oír los gritos de los marineros, el crujido del mástil, la embestida de la proa contra los arrecifes.
Pero no había nadie. Allí estaba sólo él. Y el mar.
¿Cómo es posible -se preguntó- que esté tan cerca del agua y ni siquiera me moje?
También le pareció haber vivido antes aquella situación y haberse hecho la misma pregunta.
Sólo cuando fue a rascarse la cabeza en un gesto de perplejidad, se dio cuenta de que aquel acto ridículo le iba a revelar por fin su verdadera condición, lo que ni el mar ni los gritos de los marineros ni su propia muerte le habían revelado hasta entonces.
* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 06/Ago/03