Un Comienzo

Manuel Capetillo

Yérguese la adolorida tierra. En la sangre derramada inútilmente se hunde la sangre, hallándose ahí a la sangre, derramada como alimento de la vida. Se mezcla la obscuridad con la luz. Aún quedan confundidos el trigo y la cizaña. Es tan solo imaginación paradisiaca la montaña imaginada por Caín, donde son corona de penumbra las infinitamente distantes figuras de los padres del mundo original. Se escucha todavía el primer llanto de la parturienta, cuando Adán y Eva se dirigen al valle obscuro del abismo.

De la descensión celeste se precipita la lluvia de rocío blanco sólido de luz. La roca brota aguas caudalosas en los desiertos, y esa agua en odres de vino se contiene en los caseríos nocturnos. Se vive en fiesta, no obstante la consecuencia provocada por el engaño. La muerte triunfa, pero más que nada ronda inútilmente, asustada de sus particulares temores.


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* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 05/Abr/00