Ya somos muchos en este zoológico

Para Arturo Olvera

Emiliano Pérez Cruz

Los perros, enardecidos, no daban reposo, pero Mapache -a las diez de la noche de ese domingo- arribó por fin a su destino: el expendio de cerveza. Se aferró a uno de los postes que sostenían el tejabán; el agua de lluvia le escurría por el rostro.

Sobre el tejabán, el tamborileo de las gotas de lluvia se incrementó. En la calle, ni un alma. Tras las rejas del expendio, Hermano Burris se atusó los enormes bigotes. Mapache soltó la maleta con el escudo de los Pumas y se repantingó sobre el tronco de árbol que servía de asiento a los consumidores.

Cada quien apuró sus cervezas y se despidió. Mapache ni siquiera probó la suya. Clavó la barbilla sobre el pecho y en segundos sus ronquidos poblaron la solitaria calle.

Chanate se incorporó, inhaló profundamente de su estopa y caminó hasta el tejabán; recogió el envase, intacto el líquido. Mapache roncaba. Del sueño pasó al desmayo.

Chanate limpió con la estopa su charrasca de acero e inhaló, inhaló, inhaló.


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* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 10/May/00