Puertorriqueño nacido el día 17 del décimo mes del año en el cual “Sugar” Ray Robinson reconquista por tercera vez el campeonato de los pesos medianos tras noquear en el 6to. asalto a Gene Fullmer; el mismo año que se publicó On the road de Jack Kerouac y que El coronel no tiene quien le escriba figuró en publicación alguna; el mismo año que Albert Camus obtuvo el Premio Nobel de Literatura. Cursó estudios universitarios en la UPR, (Río Piedras), donde obtuvo una licenciatura en Estudios Hispánicos. Más tarde, en la Universidad Interamericana, completó una segunda licenciatura en Educación Secundaria. Durante 15 años se desempeñó como maestro de español en la preparatoria.

Nieves Mieles forma parte del grupo de escritores que se aglutinó en torno a las revistas Filo de juego (1984-1987) y Tríptico (1987-1989). En 1993 publica un segundo poemario, El amor es una enfermedad del hígado.  En el 2001 publica, bajo el sello editorial Isla Negra, su antología poética Las muchas aguas no podrán apagar el amor. En ésta recoge algunos poemas de sus libros anteriores y una muestra significativa de otros 2 poemarios inéditos. Su poesía figura además en varias antologías. Entre éstas: El límite volcado: Antología de la Generación de Poetas de los Ochenta, (2000); Los nuevos caníbales: Antología de la más reciente poesía del Caribe Hispano, (2003). Algunos de sus cuentos han sido publicados en las antologías El rostro y la máscara. Antología alterna de cuentistas puertorriqueños contemporáneos (1995), y Mal(h)ab(l)ar (1996). También en Pequeñas resistencias 4. Antología del nuevo cuento norteamericano y caribeño (Madrid: Páginas de Espuma, 2005) y en la revista cibernética mexicana Ficticia.

Su poesía ha sido ampliamente laureada. Entre sus premios sobresalen los primeros premios en el Certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña (1987), en el Certamen del Ateneo Puertorriqueño (1991) y en el Gran Certamen de Poesía de la Comisión para la Celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América y Puerto Rico (1993).

Actualmente la editorial Terranova tiene en prensa su poemario “A quemarropa. Textos crueles para reír, llorar y pensar esperando el verde del semáforo”. Se trata de 113 textos, la mayoría breves y de ácido temperamento. También tiene en consideración editorial un volumen de relatos.

Es fanático insobornable de la lucha libre (la define como “poesía en movimiento”) y sus héroes son Bret Hart (“the best there was, the best there is, the best there ever will be”) y el Blue Demon, Se confiesa, además, adicto a las aguas negras del capitalismo, es decir: la Coca-Cola. También es menester consignar que, como parte de su formación literaria, se ejercitó leyendo a los poetas metafísicos ingleses en su propia lengua mientras viajaba en las guaguas de la AMA. Tras haber obtenido el promedio más alto de su clase, 4:00, le fue conferida la beca Toñito Cabanillas para continuar estudios doctorales en la Universidad de Botissawa, en Nueva Macadamia. Recientemente se ha descubierto en su mapa genético el rastro de un célebre tatarabuelo que respondía al llamado de Li Po, quien ocupaba sus largos ratos de ocio fabricando hermosos y extraños objetos de tinta y papel. Las memorias de su peripatético discurrir a lo largo y ancho de la más hermosa y exuberante isla del archipiélago Egeo están contenidas en Cuaderno del Caraxo. A raíz del estúpido escándalo originado por la puesta en circulación de 5 timbres postales, se encuentra evaluando ofertas para deshacerse de su amada colección de cómics de Chanoc, Memín Pinguín, Kalimán y El Monje Loco. (La ficha del tranque ha resultado su intransigente deseo de venderle al mejor postor las 4 colecciones juntas.) Como ahora tiene en quién pensar, ya no le entretiene más la música que producen los ejes de su carreta.

En la obra de Nieves Mieles es evidente un carácter transgresor, anticonvencional, lúdico e irónico. Él se vale de un lenguaje personal donde se combina el tono coloquial con una poderosa imaginación verbal que evidencia la apropiación de una densa tradición poética al servicio de una visceral necesidad de articular una subjetividad intensamente humana.

El propio autor se aventura a conservar la encendida ilusión de creer que si algún mérito tuviese su obra, “sería ése que el despeinado y descafeinado cerebro del Doctor en Letras todavía no alcanza a entender: el de conciliar un feliz matrimonio entre lo prosaico y lo lírico; el fuerte pero balanceado contraste de crudeza y ternura salpicadas con una que otra buena pizca de humor e ironía”. Éstas bien podrían ser sus más preclaras señas de identidad.

 

Publica por primera vez en Ficticia el: 15/Jun/06