Hernández Flores, José Álvaro

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               Empecé a escribir hace tiempo porque no se me ocurrió otra manera mejor para que los demás pudieran entenderme. Decidí hacerlo contando historias ajenas un poco por timidez y otro poco por necesidad (de alguna manera siempre es más fácil hablar del otro, aunque al final se trate siempre de uno mismo). Desde entonces escribir ha sido parte de un camino, a veces doloroso, otras tantas satisfactorio, pero siempre un camino largo. Más de una vez he pensado en dejar de hacerlo. ¿Qué necesidad tengo yo de sufrir ante la terrible soledad de la hoja en blanco? ¿Para qué hacerlo si ya lo han hecho antes con maestría inigualable gente como Cortázar o Borges o Joyce o...?. Pero por desgracia uno ya esta en condiciones de decidir. Las historias llegan solas y comienzan a instalarse en el corazón y en los riñones del que escribe para fastidiarlo durante semanas o meses, a veces incluso años, hasta que uno comprende que ha llegado el momento de efectuar una operación que alivie. Extirpar esas historias es el oficio del escritor. Me considero uno de ellos por eso, porque la literatura me persigue a todos lados y atrapa siempre sin importar donde me esconda.

               A mis 23 aún me queda mucho por decir y por aprender en este oficio. Alguna vez oí decir a un alfarero que con el tiempo las manos terminan por amoldarse al barro y uno no puede distinguir el lugar donde los dedos actúan para darle vida a la arcilla. En cierto modo, el escritor trabaja así. En ocasiones me imagino en la labor del artesano y descubro que todavía me falta mucho para poder afirmar que entre lo que pienso y lo que escribo no se distinguen límites ni cuarteaduras.

               Actualmente formo parte de un taller literario en la ciudad de Puebla en donde he aprendido de todo o casi de todo en los últimos cinco años. Tengo un libro de cuentos (inédito) y otro en proceso de creación que terminaré a finales del año entrante como parte del compromiso adquirido con el FONCA al ser nominado como becario estatal en el año de 1999. Encuentro en ficticia un espacio para leer y ser leído y pienso que es un foro muy conveniente para conocer e intercambiar ideas con otros escritores.

               Hasta aquí lo que considero menos importante de mi persona. Lo demás, lo que no me atrevo a decir, está en mis historias, en los cuentos que invento y en todo aquello que aún me queda por escribir.

 

 Sus cuentos en Ficticia:
  El latido perfecto
Hotel/El Cuarto de Junto
  El sitio
Botica/Atril
  La otra vida del sub
Valle y Montaña/Zona de Trincheras
  Triste sueño triste
Hotel/Templo del Desamor
  Viene bajando la noche
Estadio/Casino

 


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Publica por primera vez en Ficticia el: 06/Ene/00