Sandin, José Luis

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               Llegó a este lugar por la ciudad de Hermosillo, en México, a menos de 300 Kms. al sur de Arizona. Se puede decir que la influencia estadounidense es transparente en sus ideas, y permea con la lógica de las historias del Correcaminos y el Coyote, dada la región desértica donde creció. Quizá la última circunstancia lo llevó, muchos años después, a buscar la forma escrita de comunicación. Sabemos que sus primeros intentos epistolares quedaron frustrados por el ineficiente servicio postal mexicano.

               Tuvo que estudiar física y matemáticas para explicarse a sí mismo la dialéctica Correcaminos-Coyote, hasta lograr comprender la realidad como tal. Esta necesidad tuvo como consecuencia noches de insomnio, por irse a la cama con las fórmulas que regían el comportamiento de sus personajes.

               A principios de la década de los ochenta, del siglo XX, cayeron en sus manos los libros de las Lecturas Mexicanas que publicó la Secretaría de Educación Pública. Esos libritos lo hechizaron, primero porque lo distraían del cúmulo globular de fórmulas que rondaba en su cerebelo antes de dormir. Al poco tiempo, sólo deseaba ver momento de acostarse, no para cumplirle a su mujer, sino para entrarle a la Lectura en turno. Pero antes de que el gallo cantara tres veces, la doña se le fue con otro que sí bailaba muy bien el son de la negra.

               Un mal día, por iniciativa propia, decidió buscar escritores noveles. El punto de decepción fue de tan menor a mayor que se encerró una semana completa a mirar caricaturas. Una vez fortalecido con la frescura de la realidad, se dijo a sí mismo que si esos señores podían escribir basura, él también. Y decidió contribuir al basurero literario escribiendo tres pequeños cuentitos que ahora viven perdidos en las telarañas de la casa.

               Por esas extrañas razones que tienen la divinidad de la tierra, regresó a su sitio de nacimiento a realizar tareas propias de la subsistencia. Sin embargo, el color de la arena ya no era el mismo que cuando la pisó de niño, de adolescente. Su sabor era distinto, y lo llevó a escribir "El diálogo regional", un texto donde recogió sus diferencias de visión. Le siguieron otros rollos con los que se complicaba la escritura. Pudo asistir a un taller presencial dirigido por Lauro Paz, donde le enseñaron a apreciar los escritos, a gozarlos, antes de destrozarlos con el bisturí corrector. Por abril del 2002 supo por un suplemento dominical de allá del desierto de Ficticia. En ese mes subió algunos escritos, pero lo dejó para otra ocasión. Y por ahí caminó otro trecho hasta que un día regresó al famoso defectuoso a continuar el camino de la chamba.

               Ya estado aquí, escribió otro poco, pero la cosa no daba para mucho. Un buen día encontró el taller virtual de Carmen Simón, taller al que entró y le permitió desarrollar imágenes más vivas para sus historias del trío correcaminos-coyote, donde vida y muerte se enlazan en un absurdo que tiene como barreras a la realidad.

               A manera de biografía: Nacido el 3 de enero de 1959 en Hermosillo, Sonora, donde vivió hasta la prepa. Estudió Física, primero en la Univ. Aut. de Puebla, finalizó en la Nacional de México. Se dedica actualmente a desarrollo de sistemas computacionales. La escritura se ha convertido en uno de sus ejercicios favoritos.

 

 Sus cuentos en Ficticia:
  Historias del metro
Metrópoli/Sobre Ruedas
  Una noche de invierno
Teatro/Escena

 


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Publica por primera vez en Ficticia el: 03/Oct/05 

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