Una noche de invierno
José Luis Sandin
La araña da un giro en plena armonía con las últimas notas de la suite. Cae sobre sus cuatro patas, se yergue, levanta la faldita y sonríe. Abre y cierra los ojos con coqueteo, el público se pone de pie y aplaude a rabiar.
El frío envuelve la sala. Fuera, los autos transitan pesarosos, sus llantas resbalan en la nieve creando un sollozo de agua derretida. Los vidrios tiemblan, las ventanas murmuran su pesar de cristal congelado, desolación que se extiende por toda la ciudad.
Nuevos aplausos, nuevo final, todo va perdiendo luz, color: negro inmóvil frente al público. Se encienden las lamparillas. Una pareja abandona el largo beso; piensan decir más tarde ¡Excelente! ¡Excelente! El tipo, a tres butacas de ellos, continúa perplejo; no logra comprender lo presenciado. La gente camina con grandes dudas. Sus palabras se mueven en el recinto como letras que no logran formar oraciones completas y sólo chocan entre sí, y sin acuerdo entre ellos, van abandonando el cinema.
Una vez fuera, el murmullo de los cristales congelados llama la atención de todos, los estremece y entra en sus venas como un pavor crudo, un pavor de quedar convertidos en un cuadro negro sin vida.
* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 03/Oct/05
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