Nací en Baena, un pueblo situado en la campiña cordobesa, al Sur de España. Fueron sus campiñas, sus cerros cubiertos de olivos y los rasgos vagamente árabes de las gentes del Sur lo primero que vieron mis ojos, y tal vez los únicos estímulos que permanecen grabados a fuego en mi memoria. Si allí despuntó mi sensibilidad, fue en Sevilla donde se exacerbó y halló cauce a través de las palabras. En esta ciudad, de increíble luz, mientras estudiaba Psicología, componía versos y actuaba en el Grupo de Teatro Buhofante. Años antes de finalizar la licenciatura en Psicología, fundo con otros poetas el Grupo Poético Barro. Poco después publico un primer poemario (Poetas de Andalucía), bien acogido por la prensa local.

               Por aquel tiempo, de atacadas lecturas literarias y psicológicas, caen en mis manos los siete tomos de En busca del tiempo perdido. Tras su lectura no he sido capaz de escribir una línea que no sea prosa. La obra de Marcel Proust no sólo me hizo cambiar de género literario si no que además me hizo descubrir en la literatura, en la experiencia estética de la ficción, un instrumento para estudiar la psique humana tanto o más valioso (por supuesto más emocionante) que el psicoanálisis o la ingeniería de la conducta. Bajo dicha premisa he escrito y publicado cuentos en periódicos, en revistas de papel y tinta y en la Red. Algunos de mis cuentos han conseguido premios (Ciudad de Huelva, Biblioteca de Pilas, NH). En cuanto a la edición, soy cofundador y jefe de redacción de la Revista de Humanidades Párrafos.

               En la actualidad, pienso compartir mi tiempo entre mi trabajo en la Administración Pública y los oficios y obligaciones a los que me obliga mi reciente identidad de ficticiano.

 

Publica por primera vez en Ficticia el: 10/Jun/00