De la ruta 56

Erika Mergruen

-Patético -eso le dijo su imagen en el espejo- eres patético. No seguirá adelante con la rutina perversa de los días, las manos sudorosas sobre el volante, los insignificantes automóviles mentándole la madre, echándole las luces, los chamacos chillones jodiéndole los tímpanos, y esos gandallas que no se recorren -órale, hagan dos filas, el cabrón pasillo es para dos filas.

Hoy se afeitará, se pondrá la camisa rojo vibrante que le regaló la Carmela y subirá al microbús.

Se sienta, acaricia el volante, observa los tubos cromados robándose el chasquido de la luz. Guarda la estampa de la virgencita, sus ojos castos no han de ser testigos. Ignición. El monstruo se despereza. Ramón pedalea el acelerador, el motor ruge y su espasmo escapa por el mofle. Primera. Toma la avenida. Rojo semáforo, alto total. Aspira. Cierra los ojos. Ahí está el último bastión de la cordura. Lo aleja. Sus músculos se tensan, busca el cinturón de seguridad. Ramón no quiere salir como proyectil por el parabrisas. Aprieta con el puño la palanca de velocidades. Pedalea, pedalea. Verde, primera. El arrancón levanta la ovación de las bocinas. Segunda, tercera. El motor se desgarra, aúlla. La palanca al límite, un coche en la intersección dibuja garabatos en la acera. A lo lejos, vuela una defensa. Impacto. El parabrisas se estrella, el viento invade la cabina. Ramón se despeina, vocifera. Los restos de un perro, o de algo más humano, escurren por los faros. Acelera. Su olfato se estremece ante el olor de la carne, la arritmia del cazador ancestral. Las sirenas de "la tira" lo persiguen -¡cabrones, a que no me alcanzan!-. El final de la avenida se acerca. Una carambola de metales retorcidos, peatones pecho tierra, los rostros acuarelas chorreadas. El viento derrumba los cristales, lo ciega. Al fin, la estridencia del metal, el muro...

No. Hoy no se pondrá la camisa rojo intenso que le dio la Carmela. Cocinará algo picante y sabroso. Verá el partido de fútbol y por la noche se perderá en el vértigo único de los brazos de Carmela. Hoy, Ramón y su micro No Circulan.


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* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 06/Oct/01