Desalojen la Sala, Por Favor
Francisco Serrano
Ya eran las siete de la tarde en punto y el sol del verano aún entraba por los grandes ventanales que daban al patio exterior.
-¿No te sientes un poco molesta?
-¿De qué?
-No sé, de que te miren siempre de ese modo extraño.
-Creo que después de tanto tiempo, terminas por acostumbrarte.
Miraba despacio a su compañera, de arriba abajo, y con una poco disimulada admiración observaba su belleza y altivez. Los años no habían hecho que las carnes de Victoria perdieran la fortaleza que ostentaban, a pesar de que se notaba a leguas que no habían pasado en vano. Siempre la envidió y también le molestaba el desinterés que tarde a tarde mostraba en cada una de las pláticas que desde hacía tanto mantenían, y que en ocasiones sentía como desdén, producto de una arrogancia desmedida.
Intentó continuar con el diálogo, tratando de involucrarla de nuevo en la charla:
-Yo no he podido acostumbrarme.
-Quizá sea porque no llevas tanto tiempo aquí, como muchos de nosotros, dijo Victoria.
Hizo caso omiso del comentario y continuó:
-El sol se está metiendo en París...
-En Londres se mete aún más tarde- atajó hastiada Victoria, queriendo poner punto final al insulso diálogo forzado.
-Tienes razón; me hubiera gustado viajar directamente de Milo al Museo Británico, pero supongo que cuando te trajeron de Samotracia, aún no existía- contestó Venus, orgullosa de su pequeña venganza.
* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 11/Sep/01