El fraude de Hamelin
Isaí Moreno
Era a mí a quien miraban. Miles de ellas esperaban un descuido de mi parte, para hundir sus incisivos obscenos en mi carne. Las ahuyenté tirándoles piedras, pero volvieron. De nuevo las apedreé, esta vez se quedaron inmóviles, sin inmutarse. Me miraron con sus ojos calculadores y fríos, sus bigotes se movían siniestros. Luego, cual estampida furiosa e incontenible, se dirigieron hacia mí.
Así es como continúo corriendo, huyendo de las ratas, con este tubo de metal oxidado en las manos, que ya no emite notas dulces para deleitarlas. La flauta que me vendieron no era de plata.
* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 10/Jun/00