Proyecto Adonis
Juan Planas
El verano pasado, María Belén y yo decidimos viajar en auto a Mar del Plata. A mitad de camino le propuse que paráramos a tomar algo.
-Yo también quiero tomar algo... ¿Y si vamos al santuario de Cardoso? -contestó María Belén-.
-¡Ni pensarlo! Vayamos a un lugar más normal -exclamé yo.
-Deberías conocer el santuario de Cardoso; no dejará de ser una experiencia. Además, verás las chicas que atienden en el shopping y en la cafetería. ¡Son hermosísimas! Dale, que ya estamos cerca. ¿Ves la cruz allá adelante? En un momento llegamos.
Acepté. Tenía ganas de detenerme a descansar ya mismo, y la perspectiva de conocer las chicas me sirvió de aliciente. Un minuto después, ingresábamos en el vasto estacionamiento para autos del santuario.
Entramos a la capilla (así la llamaban), adyacente a la gran cruz erigida en el lugar donde se había estrellado la Ferrari de Cardoso. Era una vasta nave, con revestimiento de madera. No había ningún símbolo religioso, sólo un gran retrato solarizado de Cardoso. Cada tres metros una caja de parlantes difundía música de películas. El lugar estaba lleno de gente, casi todas mujeres. Unas rezaban, otras lloraban o depositaban cirios muy adornados en unas cajas.
Entramos al shopping, situado en la planta baja de un edificio que estaba junto a la capilla. Además de cirios, fotos y estatuitas de Cardoso y de actores de cine (algunas verdaderamente de un mal gusto escandaloso), camisetas, banderines y otros objetos, estaban a la venta artículos de audio, relojes, bijouterie... María Belén me condujo a la escalera mecánica, que nos dejó en la planta alta, donde funcionaba la cafetería. Nos sentamos a una mesa, y después de un rato se nos acercó una camarera.
-¿Qué te pareció? -preguntó María Belén cuando la muchacha se fue con nuestro pedido.
-Era verdad. ¡Qué linda chica! Se te parece bastante, por cierto -contesté.
-Desde luego: es el estándar del grupo; fijate en las demás camareras -explicó María Belén.
Efectivamente, todas eran muy parecidas: rubias, esbeltas, piel clara, ojos azules. Los breves y escotados uniformes les permitían lucir sus bellas piernas y sus turgentes senos.
-Parecen todas hermanas -comenté. María Belén se rió, pero no dijo nada.
Tras las hamburguesas y las gaseosas (no había mucho más para elegir; el menú del lugar era bastante limitado) pedimos café. Encendí un cigarrillo y miré por la pared de vidrio: muy cerca, el estacionamiento, donde acababa de llegar un ómnibus con turistas holandesas o alemanas; más allá, la inmensidad de la pampa. Tras unas alambradas pastaban unas vacas, que a veces alzaban la cabeza y se quedaban mirando al santuario, como asombradas de aquel ruidoso y abigarrado engendro que se había alzado de golpe en la soledad de la llanura.
-¿Cuánto hace que construyeron esto? -pregunté.
-Tres meses. Cuando se mató Cardoso, el grupo compró inmediatamente el terreno y levantó el santuario en apenas seis semanas. Fue un trabajo muy eficiente -respondió María Belén.
-Y pensar que hace pocos años Cardoso era un desconocido... -dije. María Belén encendió a su vez un cigarrillo, bebió un sorbo de café y me preguntó:
-¿Te gustaría saber cómo fue el día en que cambió la vida de Cardoso? Naturalmente, yo pude conocer todos los detalles.
En ese momento yo estaba observando a la camarera, que se había inclinado sobre nuestra mesa para dejar el tique de la adición. Miré nuevamente en dirección a María Belén y asentí con la cabeza. Ella comenzó su relato.
-Hace algo más de dos años...
Una secretaria, rubia y muy atractiva, condujo a Raúl a un vastísimo despacho.
-Encantado de conocerlo, señor Cardoso -dijo un hombre de aire muy gerencial, vestido con un sobrio traje azul, y que rondaría los cincuenta años, que se levantó para estrechar la mano de Raúl-. Yo soy Alberto Gentiluomo, presidente del grupo Worldwide en el cono sur. Llega a tiempo. Ya están todos los gerentes generales de las empresas del grupo en el país. Sólo nos falta una persona, que está viniendo del aeropuerto en estos momentos. Seguramente llegará en un ratito... Bueno, tenemos tiempo para charlar unos minutos. Venga, siéntese conmigo a tomar un trago. ¿Podría servirnos unos whiskies, María Belén? -pidió por un intercomunicador.
Ambos tomaron asiento en un confortable sofá. La secretaria entró y sirvió dos vasos.
-Probablemente usted todavía no sabe por qué le hemos pedido que venga -dijo el ejecutivo.
-No, señor Gentiluomo; estaba en mi puesto de trabajo cuando vino mi jefe, y me dijo que me iba a relevar un compañero y que yo tenía que subir a un auto para ir a un lugar. El chofer no sabía de qué se trataba; solamente le habían mandado que me fuera a buscar -dijo Raúl-.
Gentiluomo asintió con un movimiento de la cabeza, bebió un sorbo, dejó el vaso sobre una mesita y explicó:
-Una de las empresas de nuestro grupo, la Worldwide Films, radicada en Hollywood, Estados Unidos, ha encarado un proyecto muy importante. Justamente es de esa firma la persona que estamos esperando. Bueno, como le decía, existe un gran proyecto y contamos con usted para realizarlo.
-¿Quieren que haga tareas de vigilancia? -preguntó Raúl.
-¿Vigilancia? ¡No, claro! ¡Nada de eso! -Gentiluomo se rió y un momento después agregó-: ¿Sabe una cosa? Cuando uno ocupa un cargo como el mío le dan información sobre todo... pero se pierde muchas veces el detalle humano, lo que palpita, da vida. Tenemos unos minutos hasta que llegue la persona que estamos esperando. Por favor, cuénteme cómo fue cuando empezó para usted el proyecto; quiero decir, cuénteme cómo fue la revisión médica que le hicieron hace tres meses.
-Bueno... Yo quería entrar a trabajar para una empresa de seguridad -comenzó Raúl.
-Se ve que obtuvo el empleo -Gentiluomo señaló la gorra del uniforme, que Raúl había puesto sobre su regazo.
-Sí... Bueno... Me revisaron y dos semanas después me llamaron para empezar a trabajar. Por ahora me tienen a prueba -dijo Raúl.
Gentiluomo bebió otro sorbo de whisky, le dio una palmadita en el brazo a Raúl y dijo:
-Amigo Cardoso, seguramente a usted le da vergüenza algún pormenor de lo que pasó en la revisión médica; es natural. Hábleme con toda confianza, porque me imagino que debe haber sido algo fuera de lo corriente y, para serle franco, siento curiosidad por conocerlo.
-Bueno... Al comienzo, fue una revisión como todas... Usted sabe... Le miran a uno los dientes, los ojos, le hace leer a dos metros, le hacen toser, le dicen que se desvista... Todo fue normal hasta que me quité la ropa y el médico se fijó en... -Raúl vaciló.
-En sus genitales -Gentiluomo terminó la frase interrumpida.
-Eso mismo -Raúl prosiguió con más seguridad-. El médico me miró ahí con mucha atención y me dijo que esperara un minuto; pero pasó como un cuarto de hora, y volvió con un señor muy bien vestido, algo gordo, que traía una máquina de sacar fotos.
-Y le fotografió los genitales, ¿verdad? -preguntó el ejecutivo.
-Sí. Me tomó varias fotos, de frente de tres cuartos... Luego dejó la máquina sobre una mesita que estaba junto a la camilla, le dijo algo en voz baja al médico y se fue.
Gentiluomo sirvió dos whiskies más. Daba la impresión de disfrutar con el relato de Raúl -Siga, siga- dijo.
-El médico me dijo que me acostara en la camilla y que esperara mientras él escribía en unos papeles. Me quedé ahí desnudo y al rato entró una chica que llevaba una bata como los médicos.
-Era una chica muy atractiva, me imagino -dijo Gentiluomo.
-Sí, sí, ya lo creo... El médico me dijo "La doctora terminará la revisión" y se fue... Me quedé solo con la chica.
-¡Interesante situación! ¿Y qué pasó entonces? -preguntó Gentiluomo.
-La chica se quiso poner ese instrumento para oír que usan los médicos... Creo que se llama estetoscopio. Probó, pero tal vez no funcionaba porque lo dejó en seguida y dijo "¡Qué calor hace en este consultorio! Me voy a poner cómoda" y se quitó la bata... Y, bueno, debajo de la bata estaba en ropa interior... Tenía un cuerpo muy lindo. Luego agregó "Este corpiño no me deja respirar" y se lo quitó también.
-¡Ja ja ja! ¡Qué bueno! -el ejecutivo se reía a mandíbula batiente.
-Le pregunté qué pasaría si entraba alguien y me contestó que no me preocupara, que no nos vendrían a molestar. Entonces se acercó a la camilla y me dijo "Bueno, vamos a ver cómo andamos de la circulación". Me pasó la mano por la barriga y me preguntó si no sentía cosquilleos a veces en esa parte. Yo le dije que no. ¿Sabe una cosa? Me daba vergüenza porque, aunque yo quería dar una buena impresión... Bueno, uno no puede evitar ciertas cosas como...
-Como la erección -Gentiluomo concluyó la frase de Raúl-. Siga, siga.
-Como le decía, me daba vergüenza pero no podía hacer nada para evitarlo. Entonces la chica me pasó la mano por la parte de adentro del muslo y me preguntó "¿Y aquí?" Estaba inclinada sobre mí... No pude evitarlo, sin proponérmelo, levanté las manos y le acaricié los pechos.
-¡Grandioso! Siga, que está muy bueno esto -lo urgió Gentiluomo.
-La chica no se enfadó; tomó la cámara que estaba sobre la mesita y me sacó algunas fotos. Le pregunté qué hacía y me dijo que era para mi historia clínica.
-¡Ja ja ja! ¡Para la historia clínica! ¡Ja ja ja! -Gentiluomo parecía sofocarse por la risa-. Siga, siga.
-Luego me dijo que me pusiera de pie, y me tomó algunas fotos más del... del mismo lugar, de frente, desde abajo, desde arriba, de costado... Y yo estaba cada vez más excitado. Por fin, no me aguanté más y la abracé.
-¿Y la chica qué hizo? -preguntó Gentiluomo.
-Dejó la cámara sobre la mesita y gritó "¡Muy bien! ¡Muy bien!" Entonces se abrió la puerta del consultorio y entraron el médico que me revisaba al principio y el señor que estaba muy bien vestido. Me dio mucha vergüenza; imagínese: ella estaba casi desnuda y yo me encontraba desnudo del todo y la estaba abrazando. Pensé que me iban a echar a patadas y que no conseguiría el empleo... Mi erección se aflojó en un abrir y cerrar de ojos.
-¡Ja ja ja! Por supuesto. ¡Ja ja ja! -respondió Gentiluomo, enjugándose los ojos con un pañuelo.
-El señor bien vestido y el médico que me revisó no estaban enojados. En realidad, tampoco me pareció que estuvieran sorprendidos por lo que veían. La chica, tranquilamente, le dio la cámara al señor bien vestido, le dijo "Ya está" y empezó a ponerse la ropa. El señor bien vestido la ayudó a abrocharse el corpiño.
-¡Ja ja ja! ¡Qué personaje es este Domínguez! ¿Y cómo siguió la cosa?
-El médico me dijo que me podía vestir, que mandarían toda la información directamente a la empresa. Le quise dar una explicación de lo que había pasado, pero me contestó que no me preocupara, que todo estaba en orden. Y eso fue todo. Como a los quince días me llamaron para que empezara a trabajar.
-No sabe cómo me divertí con su relato. Bien, ahora volvamos al proyecto de que le hablaba; le estaba diciendo que la Worldwide Films Corporation... -Gentiluomo se interrumpió cuando entró su secretaria en el despacho.
-Perdón, señor Gentiluomo, acaba de llegar mistress Campbell -dijo la secretaria, que dio paso a una señora de unos cuarenta y tantos años, alta y de aspecto algo adusto, que llevaba un maletín. Gentiluomo se levantó y la saludó efusivamente en inglés. Habló con ella en ese idioma durante un par de minutos y luego se dirigió a Raúl.
-La señora Campbell es la abogada que se encarga de los contratos importantes en la Worldwide Films Corporation. Acaba de llegar del aeropuerto -miró el reloj y exclamó-: ¡Por Dios, hace veinte minutos que nos están esperando! Vamos. En la reunión se enterará de todo el asunto. Luego arreglaremos lo del contrato.
Salieron apresuradamente del despacho y entraron en una amplia sala, acompañados por la secretaria de Gentiluomo y mistress Campbell. Raúl contempló admirado una soberbia mesa de grueso cristal. Alrededor de la mesa se encontraban diez o doce hombre y mujeres.
Raúl y mistress Campbell se sentaron a la izquierda de Gentiluomo, que ocupó la cabecera y tomó la palabra.
-Ante todo, quiero agradecer la paciencia con que aguardaron la llegada de la doctora Campbell, chief officer de contratos en Worldwide Films, que, como todos sabemos, es una de las empresas de la Worldwide Business Corporation. Hemos querido que conozcan un proyecto que la Worldwide Films pondrá en marcha, y que no sólo nos toca de cerca sino que nos llena de orgullo. Se trata del Proyecto Adonis, y quien mejor podrá explicarlo es el señor Andy Martínez, de la Worldwide Films.
El individuo que estaba frente a Raúl se puso de pie y comenzó a hablar con marcado acento de las Antillas. En la mano sostenía un aparatito parecido a un control remoto de televisión.
-Seguramente todos ustedes han visto este año por lo menos alguna de las películas de la Worldwide Films. Digo seguramente porque en este país tuvieron un clamoroso éxito de taquilla, como, por otra parte ocurrió en todo el planeta -dijo Martínez, y apretó un botón del aparatito. Comenzó una música suave y se encendió una pantalla a un costado de la sala-. Vemos una escena de Warrior of darkness; ahora, una escena de Professional women -después de pasar escenas de ocho o nueve películas, quedó en la pantalla el emblema de Worldwide Films y Domínguez se dirigió de nuevo a los presentes.
-El éxito de estas producciones se debe a que pusimos gran cuidado en atender todos los detalles. Vamos a hablar de uno de esos detalles en particular, que consideramos primordial en el cine contemporáneo: un vigoroso atractivo sexual en actores y actrices.
Volviéndose nuevamente a la pantalla, pulsó el aparatito e hizo desfilar una serie de célebres bellezas femeninas.
-El extraordinario atractivo de estas mujeres salta a la vista. Ahora veremos nuestros galanes.
En la pantalla aparecieron sucesivamente algunos actores de moda.
-Puede verse que también la selección de figuras masculinas fue muy esmerada. Tanto en nuestros actores como en nuestras actrices se cuidó cada uno de los detalles corporales y también el conjunto. Como ustedes saben, incluso hay medios para perfeccionar la obra de la naturaleza: cosméticos, peinados, dietas alimentarias, etcétera. Incluso se pueden perfeccionar las formas del cuerpo con siliconas. En el caso de las actrices, realmente no hay ningún recurso que hayamos omitido. Pero, como veremos, muy distinto es el caso de nuestros actores. Alguien en Worldwide Films tuvo una inspiración que no vacilo en calificar de genial.
Martínez hizo una pausa y bebió unos sorbos de agua. En la pantalla apareció la leyenda Proyecto Adonis.
-Desde los primeros tiempos del cine, se han seleccionado los actores que responden mejor a las preferencias del público femenino: talla, tez, color de ojos, etcétera. -Martínez hizo una pausa, bebió otro sorbo de agua y prosiguió. Ahora nos parece mentira que durante años nadie reparara en que los tiempos habían cambiado, que los desnudos totales del cine moderno reclamaban que se prestase la mayor atención al rasgo masculino por excelencia: ¡el miembro viril!
La pantalla mostró algunas tablas con cifras. Martínez continuó:
-Realizamos una encuesta que abarcó veinticinco mil mujeres, de todas las edades, en once países. Tomamos en cuenta medidas, color, textura, proporciones... Todo, en fin. Llegamos a un perfil del miembro ideal, que estamos viendo.
La pantalla mostró un dibujo en color de unos genitales masculinos. Uno de los presentes preguntó:
-Perdón, señor Martínez, pero ¿qué ocurre cuando un miembro perfecto corresponda a un cuerpo que es imperfecto en otros aspectos? Pienso que debe ser difícil que todo responda al perfil deseado.
-¡Exactamente! -contestó Martínez-. Lo felicito: usted ha comprendido al vuelo la dificultad principal. Por suerte, la tecnología vino en nuestra ayuda: ahora podemos "injertar" mediante un software especial la imagen del pene perfecto de un individuo en la imagen de otro hombre. Digamos que es el conocido "copiar y pegar", aunque bastante más complejo. El resultado es excelente, y nadie advierte el injerto electrónico. Ello nos permitió poner en marcha el Proyecto Adonis.
Después de beber otro sorbo de agua, continuó:
-Tras establecer cuál es el modelo ideal de genitales masculinos, preparamos una circular que distribuimos en cinco idiomas por sanatorios, hospitales y consultorios médicos de veinticinco países.
En la pantalla aparecieron sucesivamente unos folletos y luego un mapamundi. Martínez prosiguió:
-La corporación ofreció una suculenta recompensa para quien encontrara entre los pacientes al hombre que correspondiera con el modelo ideal de genitales. Me siento realmente feliz de que, entre los miles de entusiastas colaboradores, el que satisfizo tan exigentes requisitos lo proporcionó la clínica HealthSystem, de Buenos Aires, perteneciente a la Worldwide Corporation y dirigida por el doctor Domínguez, que se encuentra presente y para quien pido un aplauso.
Todos aplaudieron a un hombre que se puso de pie para agradecer. Raúl lo reconoció: era el señor algo gordo y bien vestido que había conocido en la revisión médica y le había tomado fotos. Gentiluomo agregó:
-Gracias a la diligencia y profesionalidad del doctor Martínez, hemos podido localizar entre cientos de miles de candidatos al hombre que posee el miembro masculino ideal: el señor Raúl Cardoso, para quien también pido un aplauso.
Todos aplaudieron. Raúl, azorado, se puso de pie. Pensó que tal vez debería decir algo, pero Martínez manipuló nuevamente el control remoto y anunció:
-¡Y aquí podemos ver la perfección de su género!
La pantalla mostró sucesivas fotos del miembro viril de Raúl, en varios ángulos y estadios de erección o reposo. Se alzó un clamor de admiración.
-Permítame, Andy -el hombre que había interpelado a Martínez volvió a la carga-. ¿Está usted seguro de que ese software de "copiar y pegar" no dará como resultado un efecto muy artificial, algo que el espectador perciba y rechace?
El antillano sonrió satisfecho y respondió:
-Totalmente seguro; pero le pido que juzgue usted mismo. ¿Recuerda la célebre escena de Warrior of darkness en que, para que se cumpla la profecía, el héroe debe desflorar a la hija del rey exiliado? Pues bien, ahora vamos a verla tal como se proyectó en los cines.
La pantalla mostró la escena en cuestión: un castillo en llamas al fondo, la princesa desnuda tendida en la hierba y el héroe, también desnudo y con su pene tieso, penetraba a la princesa. La escena culminaba con música más o menos wagneriana y gemidos mientras el héroe se movía reciamente.
-Veamos ahora la misma escena; esta vez hemos "copiado y pegado" los genitales del señor Cardoso -dijo Martínez, pulsando el aparatito.
Nuevamente apareció la escena; pero esta vez, el héroe parecía más viril, la princesa se veía más feliz; aunque sólo un detalle había cambiado, todo había alcanzado una intensidad erótica que antes no tenía. Todos aplaudieron calurosamente y mistress Campbell gritó con entusiasmo:
-Wonderful!
No hace falta detenerse mucho en la vida de Cardoso a partir de aquel día. Le hicieron firmar un contrato de exclusividad; le pagaron lo que para él era una fortuna; y en cambio tuvo que guardar un secreto riguroso sobre el procedimiento de "copiar y pegar"; los actores, supuestamente dotados de magníficos atributos, garantizaron varios éxitos de taquilla.
Las cosas cambiaron cuando la Worlwide Films supo que sus competidores estaban empeñados en desarrollar un software apropiado y encontrar un varón con los atributos necesarios. Entonces la Worlwide reveló el secreto y anunció que el sello era dueño del hombre de la virilidad perfecta. Cardoso fue expuesto al público y se convirtió inmediatamente en un ídolo que las mujeres de todo el mundo adoraban. Los competidores desistieron.
Pero la fama perdió al pobre Cardoso; aparecía en televisión, se acostaba con mujeres célebres, se dio a la droga... la Worlwide toleraba y hasta cierto punto alentaba esa actitudes que contribuían a la publicidad del sello. Y cuando Cardoso, ebrio como una cuba, se estrello en su Ferrari, publicaron a los quince días su biografía ilustrada en diez idiomas y le erigieron el santuario que visité.
En este momento estoy en el cuarto de hotel con María Belén. Es un día de lluvia, pero tenemos que salir porque hoy estrenan en la ciudad Sexual Fighter, cuyo protagonista masculino ha sido "cardosizado" (así dicen los afiches). María Belén, como todas, se muere por ver la película.
Pues, aunque Cardoso ha muerto, su virilidad, preservada para siempre en los bancos de datos electrónicos de la Worlwide Films, renace una y otra vez con cada estreno cinematográfico.
* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 28/May/02