Las Seis y Cuarto
Francisco Serrano
Miguel estuvo horas mirando su reloj de bolsillo, completamente inmóvil; dentro de su siempre viva inquietud por experimentar las sensaciones extremas, en esta ocasión quería saber qué se sentiría ser cuadraplégico. Ya antes había retado la hostilidad de la ciudad con los ojos vendados durante dos días enteros, para gozar el peligro de cruzar una calle o tropezarse con escalones y se había hecho amarrar las manos detrás de la espalda durante una semana.
Del dolor inicial de los músculos pasó a la insensibilidad y de allí al aburrimiento. Sabía que podría durar así una eternidad y no le encontró mayor chiste. Decidió abandonar el reto y moverse, y la venda semicaída de los ojos le permitió observarse inmóvil con las manos atadas bajo las ruedas de un auto. Eran las seis y cuarto en el reloj de bolsillo sobre el asfalto.
* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 06/Jun/01