Su otro yo
Elías Ruvalcaba
El borracho vio entrar a ese hombre elegante y apuesto. Le miró ubicarse en la barra volviéndose hacia la variedad y no le pudo quitar la vista de encima. Apreció su fino traje azul-gris de cachemir, su corbata de legítima seda, su camisa de algodón y cuello duro, su fineza de ademanes, su semblante hermoso... Así debiera ser yo, se dijo. Cuando menos así me hubiera gustado ser...
Bebió un sorbo de brandy sin dejar de contemplar con impertinencia al galán, incluso, con placer morboso. Le escucharía pedir ron Havana Club 7 años. ¿Solo, en las rocas o con Coca-Cola?, preguntó el barman. Con agua mineral y refresco de cola, respondería él, pues si mezclo Havana Club con Coca-Cola me sabe a "revolución", bromeó dejando al descubierto una dentadura nacarada, pulcra y uniforme.
El beodo siguió apreciándolo detenidamente para advertir que inclinaba la cabeza con discreción al tiempo de elevar su copa brindando con una mujer rubia, desconocida y coqueta que también no le perdía detalle, igual que él, desde el momento en que se situó en la barra.
Entonces no se contuvo más y se puso de pie, trastabillando. Acarició la cacha de su revólver para enfilar con pasos torpes dominado por una sola idea: iba resuelto a matar a su imagen idealizada, para no tener pretextos de seguir siendo exactamente como hasta ahora había sido. Y es que ya no le quedaba tiempo para andarse con arrepentimientos ni para corregir errores de personalidad...
* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 06/Oct/99