La última luna
Federico Schaffler
Hoy ceso de existir. Esta enfermedad que me aqueja desde hace años finalmente dejará de atormentarme. Muchas veces pensé en este momento. En el último ataque, en la fiebre que desaparece y en la furia que se extingue, pero jamás pensé que sería así.
Los especialistas han expresado certeras predicciones sobre esta noche. Afirman sin duda que no habrá otra. Jamás. La maravilla termina y la oscuridad reinará por siempre.
Con una ligera ansiedad que no pensé sentir, espero el momento en que la brillante luz bañe mi cuerpo y se apodere de mi conciencia. Imagino a la muerte danzando en el cosmos, impasible, segando de un tajo la ilusión. Marchitando la esperanza de un seco golpe.
Aguardo con impaciencia a que el Sol se oculte. Deseo verla por última vez. Ansío sentir sobre mi piel la amorosa caricia de Selene, mientras me extasío con el ligero viento que eriza mis vellos. Ya la extraño y aún no se ha ido. Mis lágrimas corren ya por su ausencia.
No habrá ya cantos nocturnos ni cenas románticas. La complicidad con esa amiga incondicional terminará al fin. El amor sufrirá, pero sé que podrá sobrevivir por siempre, como la vida misma. Aún con una pérdida que jamás podrá ser olvidada; aún cuando no haya quien la extrañe.
Es increíble como uno empieza a añorar algo que aún está presente, pero que sabemos pronto nos dejará para nunca volver. La noche será eterna. A partir de hoy. No hay salvación alguna. Es el fin. Las cifras son duras y frías. Impasibles. Los estudios no dejan lugar a dudas. Esta será la última noche que entregaré mis suspiros y mi aliento a la Luna llena. No habrá más.
A medida que la oscuridad me envuelve, instantes previos a la iluminación final, aprecio el mágico don que recibí y que transformó mi vida para siempre. No puedo creer que esté agradecido con Dios o con la naturaleza, pero el dolor ha sido mucho, el propio y el ajeno y hoy termina todo. El mañana ya no será igual, simple y sencillamente, porque no habrá uno.
Al dibujarse apenas la brillante silueta en el horizonte, la paz interior se convierte en ansiedad. No puedo aceptarlo pero es cierto. Los científicos de todo el mundo han confirmado la triste e increíble noticia. La Luna llena que hoy se alza majestuosa, iluminando la noche, las almas y los corazones, será la última que veremos todos. Un cometa gigantesco chocará con ella en cuestión de horas y la destruirá por completo. En su agonía cargará con la raza humana y millares de años de civilización.
En esta noche del adiós a la humanidad, agotaré mi energía sin remordimientos, precipitando graciosamente el fin de cuanto hombre, mujer o niño encuentre a mi paso. Los ayudaré a llegar pronto a un final que de cualquier manera llegará. Después, beberé su sangre, en un postrero brindis, en honor de mi amante y de mi madre, viviendo a plenitud mi última transformación feral. Saludando con mi aullido a la Luna y a la muerte, anunciándoles que pronto estaremos todos con ellas.
* Derechos de autor del autor. Publicado en Ficticia con permiso del autor, el: 01/Oct/00